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5 enseñanzas que me ha dado el yoga fuera del mat

Por: Mujer de 10 23 de Noviembre
5 enseñanzas que me ha dado el yoga fuera del mat
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Más que una práctica física, el yoga también toca tu vida, tus mente, emociones, corazón… He aprendido tanto de esta disciplina, que quiero compartir contigo cinco enseñanzas que me […]

Más que una práctica física, el yoga también toca tu vida, tus mente, emociones, corazón… He aprendido tanto de esta disciplina, que quiero compartir contigo cinco enseñanzas que me ha dado el yoga fuera del mat para que te animes a experimentarlo tú también.

Una de las ideas del yoga es llevar tu práctica del tapete a la vida. Es decir, aplicar lo que aprendes en la clase a todo lo que haces fuera del salón. También, lo increíble de esta disciplina es que te enseña muchas cosas, las cuales van más allá de las posturas como tal. Y a mí me ha servido tanto, en tantos aspectos, que quiero compartirte algunas enseñanzas que me ha dado el yoga fuera del mat para que, si no lo has experimentado, te animes a hacerlo.

enseñanzas que me ha dado el yoga

1- Puedes más de lo que piensas: Cuando empiezas a practicar, te das cuenta de lo poco flexible que eres, de lo rígida que estás, de lo poco que aguantas… Conforme van pasando las semanas y los meses, vas logrando más y más. Las posturas que antes pensabas imposible de conseguir ahora las haces con facilidad, y las asanas que en verdad jamás pensaste hacer, comienzas a ejecutarlas en un nivel básico. Cuando te das cuenta, ves que puedes lograr más de lo que jamás creíste y que tu desarrollo es infinito. Conforme más practicas, más puedes conseguir. Es una sensación increíble que te llena de seguridad y que, trasladada a la vida real, te deja ver que no hay imposibles y que si te lo propones y trabajas duro, ¡puedes conseguir lo que quieras!

En el tapete, cada postura representa para mí una posibilidad de llegar más lejos, más perfecto, con mejor alineación con mayor concentración o, simplemente, de llevar, porque muchas aún no me salen, jaja. En mi vida, cada actividad o decisión lleva implícita el significado de hacerlo mejor que ayer. ¡De verdad es increíble el poder que te da el yoga!

2- Pero, también comprendes que tienes límites y que debes aceptarlos: Es una cosa muy loca: por un lado el yoga descubre todo tu potencial, pero por otro te enseña a aceptar tus propios límites. Porque, sí, muchos te los pones tú, mentalmente; pero es un hecho que otros son límites infranqueables y no hay más. Es decir, yo sé que hay asanas que no me salen porque no las he practicado lo suficiente y no les he encontrado la maña, pero sé que algún día, si sigo intentando, me saldrán. Sin embargo, también estoy consciente de que mi elasticidad llega a un punto máximo y no puedo sobrepasarla por más que quiera. La he incrementado, sí, pero hay un límite corporal y tengo que aceptarlo. Y créeme que hacerlo, cuesta, porque quienes somos personalidad A, como yo, nos pensamos capaces de todo. Aceptar la realidad es difícil, pero una vez que lo haces, tu vida cambia y empiezas a fluir en vez de querer controlar la situación o a las personas.

enseñanzas que me ha dado el yoga

 

3- Mantenerte cómoda en la incomodidad te da fuerza de carácter: Esto es algo que me ha encantado descubrir y que me ha servido mucho. Puedo traducirlo así: cuando estoy en una postura que me incomoda mucho, de la cual ya quiero salir porque me tiemblan las piernas, me duele todo y estoy cansada, pienso que me estoy fortaleciendo, que estoy venciendo la incomodidad y el dolor, que estoy aprendiendo algo de mí y me sostengo, me mantengo. Y salgo de la postura fortalecida, con mayor confianza, orgullosa y con la certeza de que, si aguanté eso, ¡puedo con más! Así es la vida. Muchas veces nos pone en situaciones dolorosas o incómodas que debemos aguantar y transitar de la mejor forma posible. Puedes quejarte, llorar o tirar la toalla y alejarte de esa situación/postura o puedes sonreír, respirar, enfocarte en tu centro y dejar que pase la tormenta. Cuando termine, tu postura ante esa incomodidad te habrá fortalecido. Y justo aquí es donde entraría la pregunta: ¿qué postura adoptas frente a la vida? ¿Cómo mantienes esa postura?

4- Mi mente no manda: Uff, entender esto me costó muchísimo y en ocasiones, cuando el trabajo y las obligaciones me rebasan por largas temporadas, lo olvido. Pero es cierto: mi mente no manda, mando yo. ¿Cómo lo descubrí? Antes de comenzar a practicar yoga, mi cuerpo estaba relegado a los caprichos de mi mente. Antojos, vicios, poco descanso y trabajo sin descanso, entre otras cosas, eran la costumbre de cada día. Mi mente mandaba y mi pobre cuerpo lo estaba resintiendo. ¿Yo dónde estaba? No lo sé… ¡Perdida entre el mar de pensamientos incesantes! Conforme fui practicando, mi mente, mi cuerpo y yo -por mí me refiero a mi centro, a la consciencia- se unieron en uno solo -por eso yoga significa «unión, yugo»- y comencé a ser más consciente de mis hábitos considerando también a mi cuerpo. Fue un descubrimiento que impactó mi vida entera para bien. Adelgacé, comencé a cuidarme, dejé el cigarro y en general, estoy más consciente del flujo mental y ya puedo detectar cuando me estoy auto flagelando o cuando estoy pensando irracionalmente, entre otras cosas.

Lo interesante es que mi mente está cañona y nada más no consigo que me dé tregua, pero poco a poco he ido apaciguándola y domándola. Por ejemplo, sé que físicamente soy capaz de pararme de cabeza sin apoyo contra la pared, ¡tengo todo para lograrlo! Pero, por un límite mental que yo misma me impongo -miedo, pues-, siento que no puedo y no hay manera de que siquiera lo intente. Mi mente sigue mandando en este punto, y en muchos otros en mi vida fuera del tapete. Sí, los miedos me paralizan. Pero cuando te haces consciente de esto, es más fácil que los venzas… Algún día lo conseguiré.

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5- Sin una base firme, no puedes sostenerte en la vida: Esta es una de las primeras cosas que aprendes en yoga y, sin embargo, es de las más complicadas de ejecutar en la práctica -o al menos a mí se me dificulta-. Yo soy muy mental, muy fantasiosa, soy creativa, soñadora… El yoga me enseñó que si no tienes bien plantados los pies en el mat y sobre la tierra, te vas a caer. Si no tienes una base sólida, una estructura en tu vida, valores, un piso sobre el cual pararte, firmeza y arraigo, más temprano que tarde todo se te va a venir abajo. Esto sobre el tapete resulta muy obvio, pero ¿cuantas veces en la vida empezamos un proyecto, una relación o una idea sin una base sólida? ¿Cuántas veces nos lazamos a la aventura de emprender algo sin un sostén adecuado? Por eso caemos tantas veces, una y otra vez, sin antes revisar cómo estaba la estructura, si ya estaba cuarteada, si nuestras creencias o valores ya estaban caducos y nos nos funcionaban más. Es sumamente importante analizar en dónde estamos paradas y cómo estamos paradas, antes de emprender el vuelo. ¡Medita al respecto!

Hay tantas enseñanzas que me ha dado el yoga fuera del mat, que la verdad me quedo corta. He dejado muchas fuera y quizá te las comparta en otra ocasión. Mi intención aquí -hacer las cosas con una intención y un sentido es otro aprendizaje, por cierto- es animarte a que pruebes esta hermosa disciplina para que recibas todos sus beneficios. ¡Te va a cambiar la vida!

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