Todas sabemos lo difícil que es estar a dieta; es más, basta usar la palabra “dieta” para que se te empiece a antojar todo aquello que no […]
Todas sabemos lo difícil que es estar a dieta; es más, basta usar la palabra “dieta” para que se te empiece a antojar todo aquello que no puedes comer en tu régimen alimenticio y sientas que “mueres de hambre”; pero la imagen de la modelo que viste en la revista, a la cual te quieres parecer, sigue presente en tu cabeza, y gracias a ello logras sobrevivir otro día en ese “infierno” al cual llamamos dieta. Pasan los días, y llega ese momento que tanto nos asusta: subirnos a la báscula y ver nuestro peso. Si has bajado o has logrado tu objetivo, te felicito, vas muy bien.
No obstante, en ocasiones sucede que, por más que nos esforzamos, no logramos o no podemos bajar de peso, lo cual sólo genera que nos desmotivemos respecto a lo que estamos haciendo y que dejemos de intentar perder peso, es más, hasta comemos en exceso con el pretexto de que aquel antojo que nos estamos devorando es nuestro “premio de consolación”. Y sin darnos cuenta, volvemos a estar igual de llenitas que antes, sabiendo que nunca llegaremos a ser como aquella modelo de la revista.
¿Esto te suena familiar? ¿Conoces a alguien que no pueda bajar de peso? Entonces puede interesarte este tema, ya que, aunque no lo creas, hay muchas personas que tienen miedo a estar delgadas. ¿Por qué?
- Porque adelgazar no es sólo bajar de peso, sino que implica una transformación a nivel mental y emocional. Es decir, muchas veces esa “grasa extra” que tenemos instalada en el cuerpo, nos sirve para protegernos o para defendernos de algún factor psicológico. Por ejemplo, el ser gordita “te salva” de establecer una relación de pareja o de animarte a tener una relación sexual, ya que te escudas diciendo que nadie te va a querer por tener esos kilos de más, cuando en realidad tu misma, a veces sin darte cuenta, estás evitando el tener una relación.
- También, bajar de peso implica renunciar a todos aquellos viejos hábitos que forman parte de tu vida, pero que no estás 100% de acuerdo de dejar atrás. Por ejemplo, deja el transporte y camina más. Lleva un lunch saludable al trabajo en vez de comprar alimentos fritos o comida chatarra por más que se te antoje o que todos tus compañeros del trabajo lo hagan. En vez de llegar a casa a ver la novela, sal al parque o al gimnasio a hacer ejercicio, etc.
- Nos da miedo cambiar los patrones y salir de nuestra zona de confort. Usamos frases como “toda la vida he sido gordita”, “todas las mujeres de la familia tendemos a subir de peso”, “no tengo tiempo ni dinero para una dieta”, etc. Y entonces nos da miedo romper esos patrones familiares y animarnos a ser diferentes y cambiar a un estilo de vida saludable.
- ¿Qué tal que si bajo de peso la gente me va a empezar a mirar o a juzgar? Porque de repente, nos da miedo ser observados por los demás, ser criticados, o peor aún, ser fuente de envidias de otras mujeres. Y entonces mejor nos quedamos como estamos.
- Porque nos da flojera, y en psicología sabemos que la flojera en realidad es miedo. ¿Miedo a qué? Sólo tú lo puedes descubrir! Anímate a pedir ayuda a un especialista para que puedas darte cuenta de qué es aquello que te está deteniendo para verte como la modelo de la revista, o simplemente para bajar aquellos kilitos de más que están afectando tu salud y tu rendimiento físico y emocional.
Si te identificaste con alguno de estos puntos o conoces a alguien a quien le pueda “quedar” lo que menciono, no dudes en pedir ayuda para animarte a cambiar tu vida. Toma la responsabilidad de tus decisiones y de tus emociones y encuentra aquella motivación que te hace falta para tener un estilo de vida saludable, y con ello lograr mayor calidad y satisfacción de ti misma y de tu vida. Al final, muchas veces, las cosas más difíciles son las que valen la pena. ¡Y vale la pena intentarlo!
Psic. Maite Sainz
Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM). www.spm.org.mx
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