Hoy se celebra el Día Mundial de la Bicicleta. Para que te animes a utilizarla más seguido, te cuento las 5 cosas que he aprendido andando en […]
Hoy se celebra el Día Mundial de la Bicicleta. Para que te animes a utilizarla más seguido, te cuento las 5 cosas que he aprendido andando en bici en la Ciudad de México.
Desde hace más de tres años utilizo la bici como mi medio de transporte habitual en la Ciudad de México. Como sucede con todo lo nuevo y desconocido, empecé con miedo, pero después de muy poco tiempo empecé a sentirme como pez en el agua. No sin haber aprendido algunas cosas en el camino…
Las distancias son relativas
¿En cuánto tiempo recorres 8 km, digamos por Reforma, en hora pico? La distancia es más o menos desde el Palacio de Bellas Artes hasta la Fuente de Petróleos en Periférico. Ésa es mi ruta de todos los días en la hora del caos, pero en bici la recorro hasta en 30 minutos, con todo y la subida de Chapultepec.
Una de las cosas más evidentes que he aprendido es que estamos acostumbradas a medir las distancias de acuerdo con el tiempo que nos toma recorrerlo. En coche, el tráfico hace que los tiempos se dilaaaaaten, y en transporte público, mucho más. Pero en la bici te das cuenta de que las distancias de menos de 10 km (que equivalen a recorrer casi la mitad de la Ciudad de México) las puedes pedalear en media hora o menos. Hoy, la ciudad ya me quedó chiquita y busco, cada vez más, salir por carretera a otros destinos.
¡Adiós estrés!
Transportarme en bici es una de las actividades que más disfruto porque me ha hecho olvidarme del estrés del trabajo y del tráfico. Recorro la ciudad a una velocidad que no alcanzan ni los coches ni los caminantes; es algo en el justo medio que me deja ver las calles y sus personajes de una manera en la que nunca la había visto antes. Además, para evitar las calles con exceso de coches (y de velocidad) he encontrado muchas rutas muy bonitas, con camellones, jacarandas y silenciosas. Eso me deja evadir las calles grises llenas de claxonazos.
Sana, sana…
No todo es miel sobre hojuelas, andar en bici también es de golpes y caídas. Mi primera vez fue muy al principio, en una bajada larguísima en la que perdí el control y me caí… muy feo. La última fue hace unos meses, cometiendo un error de principiante: pasar un tope con sólo una mano al manubrio. Me raspé las rodillas como cuando era niña y me arrastraba por la tierra, y me dolió mucho. Sobre todo en el orgullo, ¡porque fue una caída muy tonta! Pero ya no me preocupa. He logrado entender que, sin importar el nivel de pericia, los años que tenga sobre la bici, me voy a seguir cayendo. Y no queda más que hacer que levantarse y continuar con el camino. Se parece tanto a la vida…
Puedes llegar a donde quieras, cuando quieras
Adiós preocupaciones por conseguir un taxi, que el Uber me cobre las perlas de la virgen o que tenga que regresar temprano para alcanzar el metro. Para mí las fiestas empiezan desde que salgo de casa, bici al hombro, y terminan paseando por la ciudad a horas por las que no hay nadie en las calles. Mis amigas siempre me preguntan si no me da miedo que alguien me haga algo o me quiera asaltar. La verdad es que, con mucha facilidad, puedo aumentar la velocidad y escabullirme de cualquier peligro.
La bici une
Sonará muy cursi, pero la verdad es que andar en bici me ha permitido hacer amigos entrañables, con los que salgo muy contenta a donde sea. También he logrado (soy una predicadora, lo acepto) que algunas de mis amigas de hace años empiecen a disfrutarla como yo. Lo más padre de todo es que ahora puedo compartir mi afición con ellas.
Mucha gente trata de desalentarme. Algunos me dicen que es muy peligroso, que no es que sea yo una aventada, pero los automovilistas están locos, me dicen que la Ciudad de México es la más peligrosa para ciclistas y peatones, que alguien me puede hacer daño… En estos tres años he escuchado un montón de cosas por el estilo, pero en realidad andar en bicime ha dado algunos de los mejores momentos y beneficios en la vida, y no pienso dejarlos atrás. No es sólo ahorrar tiempo y dinero —aunque sí son motivos importantes—, tampoco es sólo por cuidar el medio ambiente, es por mí y por tener una mejor calidad de vida. ¿Te atreves a sacar la bici?
*Portada de Adampol Galindo