El amor y el odio, el odio y el amor … ¿cuántas veces hemos hablado de estos dos sentimientos juntos? ¿De los dos mezclados? ¿Del paso de […]
El amor y el odio, el odio y el amor … ¿cuántas veces hemos hablado de estos dos sentimientos juntos? ¿De los dos mezclados? ¿Del paso de uno al otro y viceversa? En este texto haré una breve reflexión sobre el amor en México, enfocado en la relación madre-hijo, y algunas influencias culturales, así como la importancia del reconocimiento, manejo y expresión de las emociones, en este caso el amor.
Melanie Klein, psicoanalista austriaca, expone en su texto Amor, culpa y reparación (1937) que ambos existen en nosotros desde el nacimiento y la investigación psicoanalítica ha descubierto que la primera relación que se establece, en donde hay un manejo de ambas emociones, es con la madre. Pero, ¿qué importante es la madre para nosotros los mexicanos? Si bien somos seres individuales y únicos no podemos excluirnos del contexto que nos rodea, la cultura en la que crecemos y en la que nos desarrollamos, aquellas tradiciones y ritos que han estado desde hace años y se han transmitido de generación en generación.
Hay que tener claro, sin caer en la obviedad, que los bebés necesitan de una madre o alguien que cumpla con ese rol, con esas funciones y es de aquella persona de la que viene ese amor insustituible como diría Freud (Jímenez Hernández-Pinzón, 2003) en donde el bebé lo recibe sin dar nada a cambio; en donde el bebé es protegido, alimentado y cuidado. Ésa es nuestra primera relación, la primera que nos hizo sentirnos seguros, cuidados, amados. Si bien puede haber relaciones conflictivas tomando en cuenta la subjetividad y que cada caso es diferente, podemos pensar que por lo menos alguien en el mundo hizo lo suficiente para que hoy podamos estar aquí, vivos. Alguien que queriéndonos nos enseñó a querernos. Y aunque podamos discutir diferentes cuestiones en donde se podría refutar el argumento anterior, acerca de si nos sentimos bien con nosotros o no, hay una mínima parte de nosotros que quiere que sigamos vivos, que sobrevivamos y eso no es otra cosa más que amor a nosotros mismos.
Tomando en cuenta toda la cultura que nos rodea, las tradiciones transgeneracionales, sugiero que reflexionemos acerca de la importancia de la madre en la cultura mexicana. Hay diferentes elementos culturales en donde esto puede ser observado de una forma bastante clara. Podríamos comenzar por la religión. En México, la figura de la Virgen de Guadalupe o Nuestra Señora de Guadalupe es de suma importancia. ¿Quién no ha visto un altar con la imagen de la Virgen? Pensando en esto, recordemos que la primera relación que todos tenemos es con la madre, la primera persona que nos ama y a la que amamos de vuelta. Puede haber variaciones de lo que la Virgen de Guadalupe representa, pero quedémonos en lo básico, de acuerdo con el catolicismo es la madre de Dios. Figura adorada en México. Otra tradición que tiene relación con esto es el Día de la Madre. ¿Quién no ha quedado atorado en el tráfico ese día? Esto es porque todos lo festejamos y festejamos a nuestra mamá. Y así empezamos, seguimos creciendo y el tiempo va avanzando, hasta que llega este momento en el que tú lector estás leyendo esto, el día de hoy. Y en todo este tiempo hemos conocido gente, hemos reído y llorado, hemos amado y odiado. Pero, ¿qué tanto nos conocimos a nosotros mismos? ¿Qué tanto conocimos lo que sentimos? Y cuando hablo de amar no me refiero a sólo amar a nuestras parejas, podemos amar a un hermano o hermana, amigo o amiga, a nuestros padres, pero podemos también amarnos a nosotros mismos. Expresar el amor puede resultarnos difícil, pues así como México tiene características constructivas sobre esto, puede tener características que lo compliquen.
La realidad es que estamos envueltos en una cultura en donde el que un niño llore o ame está mal y solamente las niñas pueden hacerlo, donde una niña no puede amar a un niño porque aún está pequeña y hasta que crezca entonces puede hacerlo, donde un hombre puede expresar el cariño solamente después de haberse alcoholizado, donde una mujer tiene que expresarlo. Estoy seguro que no pasa en cada caso, solamente son ejemplos y cada quién puede pensar en uno que le funcione; sin embargo, es una realidad que el tema de las emociones nos es complicado; terminamos bloqueándolas y nos puede costar trabajo entenderlas, expresarlas y sentirlas.
Para finalizar, regreso a una pregunta expuesta anteriormente. ¿Qué tanto nos conocemos a nosotros mismos? ¿Qué tanto conocemos lo que sentimos? … Podemos expresarle a otros el amor que les tenemos, pero ¿qué tanto nos lo expresamos a nosotros mismos? No tengo duda de que el vivirlo y sentirlo con otros sería más fácil si lo viviéramos y sintiéramos con nosotros mismos primero.
Psic. Diego Díaz de León Fernández de Castro
Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM). www.spm.org.mx