La línea entre ser una mujer apasionada por tu trabajo y ser workaholic es muy delgada. Compartimos contigo los signos que te delatarían para ser una adicta al […]
La línea entre ser una mujer apasionada por tu trabajo y ser workaholic es muy delgada. Compartimos contigo los signos que te delatarían para ser una adicta al trabajo consumada y algunos tips para bajarle dos rayitas.
¿Te ha pasado que llegas a tu casa después de trabajar y te pones a adelantar pendiente para el día siguiente? ¿Revisas tus mails de la oficina todo el día -y la noche-, incluso en vacaciones y fines de semana? ¿Tu vida social y personal gira en torno a tus actividades laborales siempre? ¿Tu humor en la noche se basa exclusivamente en cómo te fue en el trabajo ese día?
Si respondiste que sí a las cuatro, todo indica que sí eres workholic. Para salir de dudas, revisa estos signos y ve con cuántos te identificas:
-Percibes las demandas laborales como un reto personal.
-Presentas una exagerada dedicación a acabar una tarea en un tiempo límite.
-Le das a los demás y a ti misma, justificaciones irracionales del exceso de trabajo.
-Tienes una comunicación interpersonal deficiente.
-Presentas un fuerte compromiso con la empresa.
-Te cuesta mucho trabajo decir ‘no’.
-Cuando desciendes en tu rendimiento laboral, te vuelves ansiosa e irritable.
-En situaciones de tensión, sientes no ser tú misma y estar fuera de la realidad.
-Padeces desinterés e insatisfacción por actividades extralaborales: reuniones, cine, actividades culturales…
-Recurres a estimulantes, aspirinas, café o hasta a sustancias ilegales.
-Vives un sentimiento de fracaso permanente.
-Buscas la felicidad en tus logros.
-Creas activamente más tareas para ti misma (incluso innecesarias).
-Realizas tus proyectos de la forma más complicada posible.
-No delegas trabajo.
Ser workaholic no es bueno ni malo en sí pero, como todo en exceso, una carga desmedida de trabajo puede ocasionar un bajo rendimiento a mediano o largo plazo, problemas de salud por estrés y rupturas familiares y/o amistosas. Así que, cuidado, ¡no te pases! Aprende a darle valor a todas las áreas de tu vida, para no depositar tu felicidad sólo en la laboral.
Aplica estos dos tips para bajarle dos rayas a tu adicción al trabajo:
1. Haz un autodiagnóstico: Como esta adicción es un síntoma de algo más, es necesario determinar qué lo está propiciando. Si te descubriste con muchas características de workaholic, busca talleres de competencias emocionales o terapias de grupo, para que ahí te ayuden a identificar el problema real.
2. Cambia tus hábitos laborales: El adicto al trabajo no sabe qué hacer con el ocio, de hecho, lo desdeña: El descanso es para los flojos. Por ello debe aprender a manejar y resignificar el tiempo libre. Es decir, no es una pérdida de tiempo, sino una inversión quizá para convivir con la gente o conocer nuevas cosas que le aporten bienestar. Llevar una agenda de actividades extralaborales (reuniones en familia, citas con amigos o pareja, spa…), tal como la del trabajo, te ayudará; igualmente, darte quince minutos diario, sin fallar, de descanso en el trabajo para tomar un café en compañía de un colega, pronto se te hará una costumbre imposible de dejar.
¿Y tú, eres workaholic? Comenta y comparte esta nota con tus compañeros del trabajo que lo sean…