El amor, aunque suene simple, es algo complejo en el que muchos procesos se ven involucrados. Llegan a influir cuestiones como el tipo de relaciones que uno […]
El amor, aunque suene simple, es algo complejo en el que muchos procesos se ven involucrados. Llegan a influir cuestiones como el tipo de relaciones que uno ha tenido desde el nacimiento, la personalidad del sujeto y la personalidad del ser amado, entre otras.
Al vivir y pasar por esto, es normal que uno llegue a preguntarse ¿qué es lo que pasa con todas aquellas personas que cambian de relación como si no hubiera existido la anterior?¿Por qué lo hacen? ¿Cuáles son los posibles motivos?
Todos los seres humanos nacemos con fuerzas o impulsos internos que en un desarrollo óptimo se van modulando y acomodando para que funcionemos de la mejor forma posible. Hay dos instintos básicos, el instinto agresivo y el instinto libidinal (sexual). Cabe mencionar que cuando hablamos del instinto sexual no nos referimos sólo a sexo. Hablamos de sexualidad en un término mucho más amplio que podría resumirse a cómo nos vivimos a nosotros y con nosotros mismos día a día. Uno puede observar este impulso de una forma más clara en el bebé, el cual puede tocarse los labios para sentir un cierto grado de placer pues aparte de las terminaciones nerviosas en ellos, hay una asociación con la cuestión de ser alimentado.
Es importante mencionar que al nacer, tenemos estos instintos vueltos locos dentro de nosotros, no hay una comprensión de ellos ni una modulación de los mismos, el bebé busca la satisfacción inmediata y su única forma de expresión es a través del llanto.
La modulación y comprensión de ellos se va dando a partir de que la madre va poniéndole nombre a aquello que el bebé va sintiendo. Para ser más claro, la mamá conoce el llanto de su hijo y entre los dos van construyendo un lenguaje que solamente comprenden los dos. De todas las opciones que puede haber como significado del llanto (hambre, frío, dolor, etc.), la madre es la que conoce cuál es. Y entonces, el bebé llora y la madre lo alimenta, o llora y la madre lo cubre, y así, poco a poco, el bebé va pudiendo comprender y acomodar todo aquello que siente.
Nos enamoramos irracionalmente, perdemos aquel piso sobre el que nos sostenemos generalmente y amamos cuando logramos ver a la persona desde una perspectiva completa, sus virtudes y defectos. Sin embargo, hay personas que establecen una relación amorosa y cambian a otra. La importancia recae en la perseverancia de este acto y en los detalles del mismo. Personas con cierto tipo de patología tienen una tendencia a “utilizar” a las personas, pero no me refiero a un acto aislado, me refiero a que mientras sea la mejor persona para satisfacer ese deseo entonces se estará con ella, en caso de que llegue una mejor, entonces se cambiará a aquella.
Éstas son las patologías de tipo narcisista, por ejemplo. Hay muchos tipos de patología y cada una funciona distinto y varía de sujeto en sujeto, la intención es dar ejemplos de cómo es que puede suceder y por qué.
También es posible que haya algún problema con el manejo de la cercanía. Entonces, la persona puede necesitar cambiar de una relación a otra para nunca alcanzar una cercanía real. Hay otros que tienen múltiples relaciones a la vez, por lo menos dos. Puede ser una mezcla de los dos ejemplos previos que puse en donde una de las parejas sirva un propósito específico y sea utilizada para romper con la cercanía que se podría dar con la otra pareja; En otras palabras, meten a un tercero en medio que no los deje acercarse demasiado.
Las razones pueden ser muchas y la variabilidad es infinita; por eso, lo que puedo recomendar es revisar el nivel de profundidad de nuestra(s) relación(es) y darnos cuenta del patrón que podamos tener para entonces hacer un mejor análisis del tipo de relación que estamos formando o que hemos formado.
Sin duda, los procesos psicoterapéuticos y psicoanalíticos son de gran ayuda para este tipo de revisiones, para romper con patrones que quizá no nos han funcionado de la mejor forma, encontrar las razones para el establecimiento de estos patrones o los comportamientos que tenemos.
Firma:
Psic. Diego Díaz de León Fernández de Castro
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