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Las seis etapas del duelo

Por: Mujer de 10 19 de Agosto
Las seis etapas del duelo
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En el proceso terapéutico, será una y otra vez recurrente atender a pacientes cuya figura principal es el tema de las pérdidas. El perder a alguien (vivo […]

En el proceso terapéutico, será una y otra vez recurrente atender a pacientes cuya figura principal es el tema de las pérdidas. El perder a alguien (vivo o muerto) siempre será un proceso de lo más complejo, y por consiguiente, el enfrentamiento al duelo debe trabajarse para lograr una salud emocional. Te presento las seis etapas del duelo.

Seguramente te ha pasado, sobre todo en los primeros días en que has perdido a alguien, que la gente te dice «llora». Llorar es muy bueno y es precisamente en esos primeros momentos cuando menos ganas tienes de llorar porque estás en shock, extenuada y fuera del mundo. Pero después, muy pronto, justo cuando tú estás empezando a encontrar el caudal aparentemente inagotable de tu llanto, el entorno se pone a reclamarte un esfuerzo de vitalidad, optimismo y esperanza hacia el futuro, de recuperación de tu pena, pero no sé si uno realmente se recupera, creo más bien que uno se reintenta. Por eso es importante tener en cuenta cuáles son las seis etapas del duelo, para que las reconozcas y las trabajes.

Y es que nos resistimos a la transición, a entender el fin de una época, de un periodo, de una relación, de un trabajo, de una persona que no existe más. La resolución de los duelos exige tomar conciencia de lo que se ha perdido, darle nombre y progresar a través de las seis etapas del duelo.

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Todos los periodos de la vida -el nacimiento, la infancia, la adolescencia, el noviazgo, el matrimonio, el tener hijos, la marcha de los hijos, la jubilación, la ancianidad-, comienzan con una ruptura con el estado anterior. Igualmente un acontecimiento feliz, un ascenso o cambio de orientación, perdonan la angustia del duelo. Y es que nos aferramos desesperadamente a un escenario de vida que ya ha pasado.

A las pérdidas previsibles se añaden las pérdidas accidentales o imprevistas, la muerte repentina de un ser querido, un accidente, un divorcio, un despido laboral, un fracaso, una bancarrota, una desilusión amorosa, etcétera. El carácter repentino e imprevisible de esas pérdidas hace que el duelo sea aún más difícil de resolver.

A todo esto es importante entender que el trabajo psicológico del duelo no se orienta a hacer olvidar, sino a establecer una nueva relación con las realidades que fueron preciosas para uno, tanto si se trata de personas como de actividades, habilidades, cosas materiales, etcétera.

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Así que si estás pasando por este proceso, aquí te cuento las seis etapas del duelo por las que seguramente atravesarás y que son completamente normales, así que no te asustes cuando tus emociones te desconcierten, estás pasando por los diferentes escenarios inherentes al duelo:

1. El Shock. Es un mecanismo de defensa provechoso para cuando estamos en duelo. Nos da el tiempo necesario para atenuar el sufrimiento y nos proporciona recursos que nos permitan afrontar lo inevitable. Nos ayuda también a metabolizar poco a poco el sufrimiento y así evitar un hundimiento demasiado grande.

2. La negación. Actúa de dos formas: hace olvidar el acontecimiento doloroso y reprime las fuertes emociones del duelo. La primera tentación es la de volver a los viejos buenos tiempos, olvidar la situación presente y creer que todo volverá a ser como antes. Por desgracia la vida no se repite nunca, no permite revivir el pasado. La otra tentación consiste en imaginarse que uno puede ahorrarse el trabajo de duelo. Así, habrá personas que se empeñarán el lograr sustituciones: reemplazar a su pareja por otra, su empleo por otro, su perro por otro, etcétera. Esta huida hacia adelante es engañosa pues nos lleva a creer que hemos resuelto el duelo. Desgraciadamente es imposible esquivarlo sin tener que pagar por ello un precio más adelante.

3. La expresión de las emociones. Cuando empiezan a ceder las resistencias al duelo, la persona se siente sumergida progresivamente por una ola de emociones y sentimientos: miedo, tristeza, soledad, abandono, cólera, culpabilidad, liberación… Estas oleadas de emociones se elevan, se retiran, vuelven a levantarse, sin embargo en cada uno de sus movimientos, van perdiendo intensidad.

La expresión de las emociones no es algo que esté reservado a la pérdida de un ser querido. En cuanto se produce un despido laboral, un divorcio e incluso un ascenso, la persona afectada se siente invadida inmediatamente por la ansiedad. Lo desconocido, aunque se trate de una buena noticia, se percibe como una amenaza. Entonces nos sentimos un poco perdidos, como si hubiéramos extraviado el mando de nuestra propia vida.

La tristeza, generalmente llamada pena, es la emoción característica del estado de duelo. Entonces nos llega el sentimiento de haber sido amputadas del objeto de nuestros afectos. Este dolor sumerge muchas veces en la depresión como ocurre con aquellos que preferirían morir con el ser querido antes que vivir sin él.

Cuando estamos en duelo también experimentamos un sordo sentimiento de cólera que puede tomar diversas formas: irritabilidad, descontento, impaciencia, frustración, etcétera. Se trata de una protesta camuflajeada contra la ausencia cruel de un ser amado, de un ideal, de una actividad o incluso de un simple objeto. Hay otras personas en duelo que dirigen su cólera contra ellos mismos por sentirse culpables de no haber amado suficientemente a la persona desaparecida. Me he encontrado con muchos pacientes recientemente divorciados que se dedican a lamentar su felicidad pasada y se odian a sí mismos por no haber sido más tolerantes con su ex pareja.

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4. El descubrimiento del sentido de la pérdida. La expresión de los sentimientos y la ejecución de las tareas ligadas al duelo nos permiten tomar distancia respecto a la ruptura y resituarla en sus verdaderas proporciones. Para progresar en la resolución del duelo, hay que descubrir qué opciones tenemos que nos permitan proseguir con la propia vida. En muchos casos una herida se convierte en ocasión para que la persona descubra su misión.

5. El intercambio de perdones. El perdón es un medio excelente para soltar. Para lograr hacer el duelo de una persona, tanto si ha fallecido como si vive, importa mucho perdonarla. No podemos darnos el lujo de dejar una relación, una situación o un lugar de trabajo manteniendo nuestro corazón lleno de resentimiento, de amargura y de cólera, esto es arrastrar con nosotros un gravoso pasado.

6. Entrar en posesión de la herencia. La última etapa de la resolución de un duelo consiste en que logremos recuperar el afecto que le dedicamos al ser querido, a la actividad o al objeto apreciado. En otras palabras, la herencia consiste en reapropiarse del afecto, de las esperanzas, de los sueños y de las expectativas de que habíamos rodeado al ser querido.

El medio más eficaz para soltar, es contar la historia de la pérdida y expresar la propia vivencia emocional que se siente. Si tenemos la suerte de encontrar oyentes atentos y que estén realmente presentes, podremos narrarnos a nosotros mismos, liberarnos de la carga emocional y recobrar el aplomo psicológico.

Para soltar es importante evaluar debidamente la gravedad de la perdida. Te sugiero que respondas a las siguientes preguntas: ¿qué representaba para mi esa persona o realidad? ¿qué energías he gastado en esa persona o situación? Así puede medirse el valor subjetivo de lo que se ha perdido. Esta toma de consciencia, por muy dolorosa que sea, nos permite entrar más a fondo en el duelo y resolverlo lo más rápido posible.

Victor Frankl salió de los campos de concentración con la convicción de que la única razón que le impidió suicidarse fue estar convencido de que la vida tiene un sentido y que era a él a quien le correspondía encontrarlo. De su experiencia concluyó que ni la voluntad de placer ni la voluntad de poder comandaban al ser humanos, sino más bien la voluntad de dar un sentido a la propia vida.

Estoy convencida de que sea cual sea el grado de sufrimiento al que uno está sometido, siempre es posible encontrar una razón de ser o de vivir. Y tú ya te preguntaste ¿cuál es el sentido de tu vida? Una respuesta que te será de gran utilidad para enfrentar y vivir estas seis etapas del duelo.

Rosi Azcárate Velasco es Psicoterapeuta Humanista. Contáctala al teléfono 555434- 2640 o al mail razcarate@grupomedios.com

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