Por mucho tiempo se ha culpado a los refrescos y la comida chatarra de ser los responsables de la obesidad a nivel mundial. Pero esto no es del todo cierto.
Un análisis realizado por investigadores de la Universidad Cornell en Estados Unidos sugiere que, para la mayoría de la población, el impacto que tienen el consumo de comida chatarra en la obesidad, podría no se tan grande como como comúnmente se cree.
Disfrutar de estos alimentos es con frecuencia visto como un método infalible para volverse obeso. Sin embargo, los individuos categorizados como saludables y obesos consumen cantidades casi idénticas en promedio, según un estudio publicado en la revista Obesity Science & Practice.
El estudio realizado por los profesores David Just y Brian Wansink de la Escuela de Economía y Administración Aplicadas Charles H. Dyson de Cornell, reexaminó datos de 2007-08 que describen los hábitos alimenticios de las personas con base en su índice de masa corporal (IMC). Entre todos los individuos, el consumo de refrescos, dulces y comida rápida no mostró correlación con su IMC.
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La excepción fueron los extremos de quienes mostraron más sobrepeso o bajo peso. Esto debido a que, según Just, e estudios anteriores que reportan una correlación positiva entre alimentos chatarra y peso a nivel población no tomaron en cuenta los efectos distorsionados del casi cinco por ciento de la gente que tenía bajo peso crónico u obesidad mórbida.
Para el otro 95 por ciento de la población, el consumo de dichos alimentos y bebidas no mostró diferencia significativa entre los hábitos de individuos con peso saludable y con sobrepeso. Estos hallazgos cambian por completo la conclusión aparentemente evidente de que consumir alimentos poco saludables es la causa de las altas tasas de obesidad.
“En resumen, sólo porque esos alimentos pueden hacernos engordar, no significa que sean la causa de nuestra obesidad”, dice Just. “Al enfocarnos en estos alimentos satanizados, estamos creando políticas que no sólo son inefectivas, sino que son contraproducentes ya que distraen de las verdaderas causas de la obesidad”.
Just afirma que prohibir los refrescos y la comida chatarra como solución para la obesidad, es de hecho un enfoque erróneo para obtener resultados reales. Por el contrario, los niveles de sedentarismo y el consumo inadecuado de alimentos saludables, como frutas y verduras, probablemente ejerzan una mayor influencia en el peso de una persona.
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Según el especialista, la implicación en salud pública de satanizar la comida chatarra como causa predominante de la obesidad va más allá de dar un mal nombre a un tipo de alimento. Las políticas de salud dirigidas a alimentos desacreditados amenazan con desaprovechar recursos que podrían usarse en decisiones de salud comunitaria más efectivas. Mientras que para las personas que llevan una dieta, la información falsa puede derivar en desilusión cuando sus esfuerzos no tienen como resultado la pérdida de peso anticipada.
“Si queremos prevenir la obesidad, o si queremos crear políticas que ayuden a la gente, simplemente limitar la disponibilidad de alimentos chatarra y refrescos no es la solución”, dice Just. “Esto no hace la diferencia entre la gente gorda y la gente delgada. Otras cosas sí hacen la diferencia”.
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