El cáncer cervicouterino sigue siendo una de las principales amenazas para la salud de las mujeres, a pesar de ser prevenible y detectable a tiempo.
Esta enfermedad, que afecta al cuello del útero, suele desarrollarse de manera silenciosa, por lo que la información, la detección temprana y el acceso a revisiones ginecológicas regulares son claves para reducir riesgos.
En un contexto donde la prevención puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, hablar del cáncer cervicouterino es hablar de conciencia, salud pública y derechos.
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De acuerdo con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el cáncer cervicouterino, también llamado cáncer de cuello de la matriz, es un tumor maligno que se desarrolla en la parte baja del útero, conocida como cuello uterino.
Este tipo de cáncer es más común en mujeres mayores de 30 años y, aunque su evolución suele ser lenta, puede avanzar de forma silenciosa si no se detecta y trata a tiempo.
El cáncer cervicouterino comienza con un proceso silencioso: el crecimiento anormal de las células en el cuello de la matriz.
En sus etapas iniciales, las lesiones son tan diminutas que resultan invisibles a simple vista, lo que complica su detección sin estudios especializados. Estas alteraciones pueden permanecer latentes durante años, desarrollándose lentamente hasta convertirse en un problema grave si no se identifican a tiempo.
Por eso, la prevención y los chequeos periódicos son fundamentales para detectar cualquier cambio antes de que evolucione a una fase avanzada.
Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, el cáncer cervicouterino suele desarrollarse sin síntomas evidentes en sus primeras etapas, lo que dificulta su detección oportuna. Es común que las señales de alerta aparezcan hasta que la enfermedad ha comenzado a diseminarse.
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En el estado temprano, los síntomas pueden confundirse con otros malestares ginecológicos, por lo que es importante prestar atención a cambios inusuales en el cuerpo. Entre los principales signos a considerar se encuentran:
Cuando el cáncer cervicouterino avanza y se disemina fuera del cuello del útero, los síntomas se intensifican y pueden afectar otras funciones del cuerpo. En estos casos, además de los signos anteriores, pueden presentarse:
Estos síntomas pueden estar relacionados con otras condiciones, pero ante cualquier sospecha es fundamental acudir al médico. Detectar el cáncer a tiempo puede marcar la diferencia en el tratamiento y el pronóstico.
El cáncer cervicouterino tiene su origen, en la mayoría de los casos, en una infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH), particularmente los tipos 16 y 18, responsables de aproximadamente el 70 % de los casos en todo el mundo.
Aunque la mayoría de las personas contraen VPH en algún momento de su vida sexual activa y el sistema inmunológico lo elimina por sí solo, en algunos casos el virus permanece en el cuerpo durante años, provocando alteraciones celulares que pueden evolucionar hacia lesiones precancerosas y, si no se tratan, convertirse en cáncer.
Además del VPH, existen factores que aumentan significativamente el riesgo de desarrollar cáncer cervicouterino:
Conocer estas causas y factores de riesgo es fundamental para adoptar medidas de prevención y reforzar la importancia de los chequeos regulares.
Cuando el cáncer apenas inicia, puede tratarse con una cirugía, quitando la matriz o con radioterapia y quimioterapia en los casos más avanzados.
Aunque es prevenible, el cáncer cervicouterino sigue cobrando la vida de cerca de 40 mil mujeres cada año en las Américas, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Sin embargo, este tipo de cáncer podría eliminarse como problema de salud pública si se implementan de forma efectiva estrategias clave como la vacunación contra el VPH, la detección temprana y el tratamiento oportuno.
La OPS lo ha incluido dentro de su Iniciativa de Eliminación de Enfermedades, que abarca más de 30 padecimientos, con el objetivo de reducir drásticamente el sufrimiento y la mortalidad en la región.