Pocas cosas hay como comerse a cucharadas un buen mamey. Es uno de los frutos mas dulces que hay en la naturaleza y por eso, para las […]
Pocas cosas hay como comerse a cucharadas un buen mamey. Es uno de los frutos mas dulces que hay en la naturaleza y por eso, para las que somos dulceras, siempre es buenísima opción para calmar esos antojos de azúcar, con el plus de darle un montón de nutrientes y beneficios a nuestro organismo.
Esto es porque la dulzura del mamey no es su única ni más importante virtud. A este fruto se le han dado muchísimos usos desde la antigüedad, desde estéticos hasta medicinales. El mamey es rico en vitamina A y C, es un poderoso antibiótico, es energético y tiene un alto contenido en betacarotenos -de ahí su color naranja- y por eso es altamente antioxidante, protege nuestras células y fortaleza nuestro sistema inmune.
Foto: Flickr / uteart
Tradicionalmente este fruto se ha utilizado para mejorar la textura de la piel y el pelo, para mejorar trastornos digestivos y hasta problemas de la vista. Incluso con las semillas del mamey se pueden preparar desde recetas para combatir la caída del pelo, los parásitos del intestino o para hacer insecticidas, hasta para preparar mascarillas de la piel o un muy buen rímel que sirve para engrosar y enchinar las pestañas de forma natural (se hace con la semilla tostada y molida mezclada con aceite de almendra). Ahora bien, es importante comentarles que las semillas son en verdad muy poderosas e incluso se dice que pueden causar aborto, por lo que es importante no consumirlas sin antes consultar a un especialista.
Hoy en día el árbol de mamey se cultiva principalmente en América por lo que es muy fácil conseguir este fruto (el cual se cree que es originario de Mesoamérica). Suele crecer de forma silvestre en lugares tropicales y húmedos como en Chiapas, Tabasco y Veracruz. En nuestra gastronomía lo solemos incluir en muchas recetas, pero pocas como la del tradicional helado de mamey, ¿quién no ha probado uno?
También se usa en licuados, pasteles, gelatinas, pays, flanes, etcétera. Una de mis recetas consentidas -y más para estas épocas de frío- es la del Atole de Mamey. Aquí les comparto una receta que es súper sencilla, sabe deliciosa y además con la ventaja que es una versión healthy para que se puedan dar este lujo sin mayores remordimientos. Pero ojo, aunque es en una versión más sana, no quiere decir que esté libre de calorías, así que tómenlo como un lujo y no como rutina, si no ¡seguro acaban para fines de año listas como un buen pavo de Navidad!
Atole de Mamey
½ de taza de harina de maíz
2 tazas de agua
¾ taza de azúcar mascabado o piloncillo
3 tazas de leche de almendra o de arroz
1½ tazas de pulpa de mamey
1 cucharadita de vainilla
Canela al gusto.
-Licúa el agua y la harina de maíz junto con el mamey.
-Pon la mezcla en una cacerola a fuego bajo y agrega el azúcar mascabado, la leche vegetal, la vainilla y la canela y déjalo hervir sin dejar de mover la mezcla para que no se pegue. Si lo quieres menos espeso puedes agregar más agua o leche vegetal según tu gusto.
-Calcula uno tres hervores para que esté listo el atole, pues recuerda que la harina debe “cocinarse”. Sírvelo calientito y ¡a disfrutar!
Así que pues ya sabes, ¡no pienses en el mamey sólo como un fruto dulce y azucarado, sino como un dulce aliado para la piel, el pelo, la vista y la nuestra salud!
Soy mamá, esposa, abogada por la Escuela Libre de Derecho y Health Coach por el Institute for Integrative Nutrition, basado en la ciudad de Nueva York. En mi práctica como Health Coach me enfoco en la importancia de implementar hábitos saludables en el día a día de mis clientes. Trabajo con ellos para ayudarlos a realizar cambios graduales en su nutrición holística y los apoyo para que logren alcanzar sus principales metas de salud. El enfoque de mis programas no se sustenta en plazos ni en el peso, sino en resultados y en el bienestar de la persona.
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