El erotismo no sólo es contacto físico. Los consejos eróticos de estos grandes escritores electrizarán a tu pareja ( para ir directo al cielo de los orgasmos) […]
El erotismo no sólo es contacto físico. Los consejos eróticos de estos grandes escritores electrizarán a tu pareja ( para ir directo al cielo de los orgasmos)
A las mujeres nos critican por ser románticas, pero ¿a poco no un poema puede hacer que tus neuronas y tu alma se vayan al cielo en momentos de gran erotismo y orgasmos? Hombre y mujeres morimos por ser amados, deseados y por soltar nuestros deseos con las personas que nos interesan: por guapos, por inteligentes, por sexys, por lo que sea.
Pues aquí van estos consejos de estos grandes maestros literarios, que además de hacerle el amor a las palabras, también son o fueron grandes maestros de la pasión, la intensidad y los orgasmos.
Gioconda Belli: Acaricia
Ella escribió el poema “Pequeñas lecciones de erotismo”.
“III
Repasa muchas veces una extensión.
Encuentra el lago de los nenúfares,
acaricia con tu ancla el centro del lirio,
sumérgete, ahógate, distiéndete.
No te niegues el olor, la sal, el azúcar.
Los vientos profundos cúmulos nimbus de los pulmones.
Niebla en el cerebro.
Temblor en las piernas.
Maremoto adormecido de los huesos.
IV
Instálate en el humus sin miedo al desgaste, sin prisa.
No quieras alcanzar la cima,
retrasa la puerta del paraíso,
acuna tú ángel caído, revuélvele la espesa cabellera, con la espalda de fuego usurpada.
Muerde la manzana…
V
Huele
Duele
Intercambia miradas, saliva, imprégnate.
Da vueltas, imprime sollozos, piel que se escurre,
pie hallazgo al final de la pierna.
Persíguelo, busca secreto del paso forma talón.
Arco del andar que habías formado arqueado caminar.
Gústalos.
VI
Escucha caracola del oído,
cómo gime la humedad.
Lóbulo que se acerca al labio, sonido de la respiración.
Poros que se alzan formando diminutas montañas.
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
suave, puente nuca desciende al mar pecho.
Marca del corazón susúrrale.
Encuentra gruta del agua”.
Pablo Neruda: Masturba
El vate chileno nos habla de semen y alma, al mismo tiempo.
“Mi alma derramándose en tu carne extendida
para salir de ti más buena,
el corazón desparramándose
estirándose como una pantera,
y mi vida, hecha astillas, anudándose
a ti como la luz a las estrellas!”
Flavio Herrera: Besa
“Tu labio, jardín donde la fiebre es jardinera;
botón de calentura mi labio nunca ahíto,
fundiéronse en las llagas de la inmortal hoguera
para beberse juntos de un beso el infinito”.
Alberto Ruy-Sánchez: Mantén el ritmo
Crece en el aire
la anchura palpitante
de labios largos
entre tus piernas,
enrojecidos.
Tu más bella flor
carnívora
saborea sin cesar
el paso tenaz
demorado y repetido
de todas mis hormigas”.
Jaime Sabines: Abraza
“No es tu boca —tu boca
que es igual que tu sexo—,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo […]
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos”.
José María Fonollosa: Besa la vagina
Qué bella esa sonrisa roja y húmeda
que se abre, como un sexo a mí ofrecido,
para preguntar algo que no entiendo.
Miro sus ojos claros. Pienso, mientras,
que su maravilloso cuerpo late
junto a mí. Están sus senos cercanísimos
a mi pecho y el vello en su entrepierna.
Se apretará, oprimido por las bragas,
que adivino adorables y minúsculas”.
Federico García Lorca: Despéinense
“Vengo a consumir tu boca
y arrastrarte del cabello
en madrugada de conchas.
Porque quiero, y porque puedo.
Umbría de seda roja”.
Tomás Segovia: Desnúdense hasta el final (después de los orgasmos)
“Desnuda aún, te habías levantado
del lecho, y por los muslos te escurría,
viscoso y denso, tibio todavía,
mi semen de tu entrada derramado.
Encendida y dichosa, habías quedado
de pie en la media luz, y en tu sombría
silueta, bajo el sexo relucía
un brillo astral de mercurio exudado”.
Alberto Ruy Sánchez: No le teman a la humedad
“Estas noches de calor
descubren
y humedecen
tanto la espalda,
como los sueños.
Destapan en la obscuridad
las preguntas perdidas
en la orilla horizontal
de lo que somos:
sudor, músculo, deseo,
entrega sin despertar
y olvido, inconsciencia
ya mucho antes
de haberla tenido”.
Este manual de erotismo funciona, si lo sigues al pie de la letra, o al pie de la cama y de los orgasmos.
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