Ser la otra no debe ser nada fácil, menos cuando sabías su historia, cuando supiste que tenía a alguien con la que quería cumplir ciertos planes y sueños. […]
Ser la otra no debe ser nada fácil, menos cuando sabías su historia, cuando supiste que tenía a alguien con la que quería cumplir ciertos planes y sueños. Debe ser muy complicado para ti tener que llenar un espacio, con la familia, con los amigos, con él.
¿Qué sientes? no lo sé, pero lo imagino. Tal vez no puedes dormir en paz de pensar que en aquella cama estuve yo, que mucho tiempo mi cuerpo ocupó ese lugar que ahora estás intentando llenar. ¿Las salidas? por supuesto, no es que hayamos ido a todos los lugares, pero tú así lo sentirás, no sabes si ese restaurante que tanto frecuentan y le gusta fue nuestro punto de encuentro.
¿Llevarte bien con la familia? Seguramente lo lograrás, aunque la duda te carcomerá el alma al saber si yo tenía una mejor relación con ellos, si conmigo eran diferentes algunos detalles que ahora no te gustan. Y ni hablar de los amigos, esa sensación tan extraña que sientes al tener que convivir con ellos no es normal, sabes en el fondo que algo no marcha del todo bien, podrás percibir las comparaciones.
El sexo, ¿qué te puedo decir? nunca sabrás si en verdad eres la mujer con la que ha tenido la mejor experiencia de su vida, porque aunque salga de su boca, siempre tendrás dudas. Comenzarás a ver fotografías que seguramente aún guarda conmigo, que cuando te dijo que todo estaba mal entre nosotros no era cierto. Ahí comenzará tu locura.
Pero para qué contarte más, que qué se siente ser la otra, yo lo sé mejor que tú, porque antes de ti, ocupé el mismo puesto…