No siempre estamos de acuerdo con nuestra pareja y es necesario tener acuerdos, pero ¿qué pasa si la diferencia es algo tan importante como tener hijos?
Es normal que en un momento dado el tema de tener hijos surja. Con frecuencia hay quienes aceptan la negativa – sobre todo en las mujeres– pensando que a medida que transcurra el tiempo podrán hacerle cambiar de opinión. Pero si no se habla a tiempo y las posturas se vuelven irreconciliables, pueden surgir grandes problemas.
Valeria Schapira, experta en relaciones para Match.com nos explica qué sucede ante el panorama y nos da consejos ante la situación que se presenta cuando alguno de los dos dice «no quiero hijos«; ¿es posible seguir por buen camino una pareja que no se pone de acuerdo en este tema?
- “Por el momento no”: es habitual que las parejas posterguen tener hijos, sobre todo si se casan o deciden convivir cuando son muy jóvenes. Se trata de un proyecto a futuro por lo que no vale la pena entrar en detalles ahora. El tema es cuando el futuro llega y las posturas son distintas. Cuando es el hombre quien no quiere, muchas mujeres se sienten rechazadas. Cuando la mujer no quiere, muchos varones se cuestionan porqué ella carece instinto maternal. Los expertos coinciden en que el mismo es más una construcción cultural que puro instinto. Uno de los dos intentando convencer al otro de algo que no desea puede significar el fin de la pareja.
- El diálogo postergado: se trata de evadir el tema para no discutir. No es una buena idea escapar al diálogo porque en algún momento habrá que abordarlo. Tener hijos en este contexto no es buena idea. Si uno de los dos decide renunciar a su deseo porque estar con la otra persona es más importante que la maternidad o la paternidad, ha de hacerlo desde la convicción sin alimentar rencores ni resentimientos.
- “Hay hijos de otras relaciones”: es habitual que cuando él o ella han tenido descendencia en relaciones previas, no estén tan interesados en volver a procrear o por lo menos decidan esperar un tiempo. Hay quienes acceden a tener uno o más hijos por entrega al otro. Una vez más, se impone un diálogo profundo para que luego no surjan rencores ni recriminaciones.
- “Los temores reinan”:muchas personas no quieren ser padres por temores tan únicos como cada uno de esos seres: que el niño tenga problemas de salud, no poder abastecerlo económicamente, ver coartada la libertad individual y de la pareja, etc. Puede que en estos casos haya que trabajar un poco para encontrar la punta del ovillo: si el deseo está tapado por el miedo, por ejemplo, o si de verdad no se quiere concebir o adoptar. Pedir ayuda profesional puede quitar a la pareja un enorme peso.
- ¿Y los mandatos? A las mujeres durante siglos se las señaló con el dedo si no eran madres. Inclusive, muchos las veían como seres incompletos si no tenían descendencia. Cada vez son más las mujeres – y varones, aunque sobre ellos no existe tanta presión social – que no sienten a la maternidad como un deseo. Que priorizan otros aspectos de su vida. El mandato va camino a la disolución.
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