Sin planearlo estaba envuelta en un dilema, lo amaba tanto que ya no podía dar marcha atrás, pero estaba ella, su pareja. Yo sólo era la chica […]
Sin planearlo estaba envuelta en un dilema, lo amaba tanto que ya no podía dar marcha atrás, pero estaba ella, su pareja. Yo sólo era la chica con la que reía a carcajadas, hablábamos de todo sin pena alguna, la cama era nuestro mejor refugio y hacíamos cosas maravillosas… lo amé, pero nunca dejé de ser la NO oficial.
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Enamorarme de él fue muy fácil, quién no se enamora de los besos, las caricias, las llamadas constantes, de los encuentros casuales. Era imposible escapar de su mirada, mientras más intentaba no pensar, otra vez venían a mi mente todos los momentos maravillosos que pasamos juntos. ¿Qué hice? Me dejé llevar, yo, la que predica con la verdad y con la fidelidad.
Seguí adelante, preferí no pensar y disfrutar de su compañía a ratos, cuando él podía escaparse de ella. Lo cierto es que no lo hice para lastimarla, nunca por mi cabeza pasó el hecho de que pudiera darse cuenta de todo y resultara herida. No tengo tan mal corazón.
Muchas decimos «no hagas lo que no quieres que te hagan», y tal vez hoy cargue con un karma complicado de eliminar. Pero valió la pena, a veces el amor no distingue condiciones sociales, de género y a mi me tocó el hecho de encontrarlo en alguien que ya estaba ocupado.
En fin, lo único en mi defensa es que lo amé….
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