Aquellas relaciones con una inteligencia emocional bien establecida y funcional, tienen varias características en común, estas son algunas de ellas. Y si tu relación tiene la mayoría, […]
Aquellas relaciones con una inteligencia emocional bien establecida y funcional, tienen varias características en común, estas son algunas de ellas. Y si tu relación tiene la mayoría, felicidades vas por buen camino.
Respetan el Yo
Se construyen sobre la base de una independencia afectiva, cada uno cuenta y cuida su propia vida emocional, aunque también la que comparten. Ello da lugar a una relación digna, recíproca y justa, de doble vía, que prospera porque ambos dan y reciben, lo cual la vuelve placentera, alegre y estable.
Una relación entre dos debe mantenerse dentro de los principios del amor democrático y justo; ninguno tiene más derechos que el otro y siempre habrá cosas que negociar y aprender, pero resignarse a no tener voz y voto o renunciar a los propios gustos o deseos para evitar molestias al de enfrente, dista de ser sano.Una pareja nunca es un producto terminado, el amor se puede y debe reinventar, pero siempre con un balance entre el amor propio y el amor por el otro.
Tienen límites afectivos
Una persona que ama con inteligencia establece una zona realista de convivencia en la que sus valores y derechos, su dignidad y felicidad, marcan las fronteras del trato. El amor es una cuestión de calidad total; lo bueno no tapa lo malo. La premisa de Walter es “no importa cuánto te amen sino cómo lo hagan”. Amar mucho no significa amar bien. Si eres víctima (o victimaria) de descalificaciones, chantaje, amenazas, culpabilización, nulificación o desamor, has rebasado los límites saludables del amor y es necesario retomar o terminar. Las parejas que superan las crisis exitosamente, deciden enfrentarlas sin evasiones, llegan a la sincera convicción de no caer en los mismos vicios conductuales que las llevaron a diferir, reconocen el dolor que se han causado mutuamente y generan en conjunto una estrategia sobre la que trabajan para que la convivencia tenga una base más empática y armónica.
Aman libremente
En un amor inteligente pesa más el querer amar que el deber amar, porque no hay codependencia. Es flexible, no maneja imposiciones. Los miembros de la pareja se prefieren, lo cual significa que se siguen eligiendo aun a sabiendas de que tienen otras opciones que podrían también tomar en libertad y sin culpas. Se mantienen juntos por convencimiento y no por una resignación que muchas veces se justifica en los hijos. Permiten la mutua libertad de expresión y pensamiento, sin recurrir a la manipulación o intimidación del otro. No se sienten esclavizados.
Saben que no hay certezas
La incertidumbre forma parte de cualquier relación en la que dos individuos saben que no son extensión uno del otro. Pensar que no habrá cambios en la pareja es apostar a la permanencia afectiva, al amor eterno e inamovible, al estancamiento propio y del otro. Las personas cambian, las relaciones se modifican y los amores pueden desgastarse si no procuramos que las probabilidades de transformación operen en favor de la relación.
En otro sentido, aunque en el amor no haya certezas, involucrarse en relaciones basadas en la contradicción y la duda, genera una inseguridad angustiante. Son parejas en las que las variables de entrada las ponen en una posición de desventaja emocional.
Son reales
Las parejas perfectas no existen. La inteligencia emocional ayuda a reconocer que el sentimiento amoroso no garantiza una buena convivencia por sí solo. El amor no todo lo puede; habrá cosas que aprender en el camino y dolorosas situaciones en que la única opción será renunciar sin aferramientos patológicos porque se pondera el valor personal. En una relación de pareja constructiva, lo que en verdad importa es la conveniencia/congruencia interpersonal, o sea, qué tanto la persona que amas le viene bien a tu vida pues concuerda con tus metas, intereses y necesidades.
En su libro Love Smart, el Dr. Phil McGraw habla de la importancia de tener claridad sobre tu realidad, tus necesidades y valores esenciales, para poder evaluar si la persona que te acompaña cumple con aquello que te resulta irrenunciable. “Si el hombre tiene un 80% de lo que quieres y potencial para desarrollar el 20% restante, apuesta firmemente por él”, asegura el autor. Mas aun si nunca desarrolla ese veinte, siempre y cuando ese faltante no toque valores coyunturales para tu vida, seguramente habrá una relación plena.
¿Y tú, estás viviendo un amor lúcido?