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Besé a una chica y me gustó

Por: Mujer de 10 13 Jun 2015

                         No, no es la traducción de la canción de Katy Perry. Esto realmente ocurrió… La […]

                         No, no es la traducción de la canción de Katy Perry. Esto realmente ocurrió…

La historia va así: Un día mi novio, yo, mi mejor amiga y otros amigos más fuimos a bailar por los bares del centro. Tenía mucho que no salíamos juntos todos así que estábamos ciertamente eufóricos. Decidimos hacer el reto de los 7 bares, que consiste en visitar 7 bares o lugares para bailar y tomar una sola copa en cada lugar.

Comenzamos en un pequeño bar y tomamos un shot de mezcal, más una cerveza. El plan original, como ya lo mencioné, era solamente tomar un trago allí y luego irnos a otro lugar. Pero el mezcal estaba realmente bueno y la plática también. Así que decidimos pedir uno más.

Después fuimos a otro bar y repetimos la dosis. Ya para ese entonces, estaban a punto de dar las doce de la noche y seguíamos con toda la energía para continuar. Sin embargo, mi amiga ya estaba un poquito más mareada que de costumbre y comenzaba a estar más eufórica.

-¡Estoy súper feliz de verte!– Me decía mientras arrastraba un poco las palabras y me abrazaba y restregaba su mejilla en la mía.

Cabe mencionar que mi amiga es una mujer muy inteligente y liberal que no tiene reparos en decir lo que piensa y hacer lo que le viene en gana. Ella es totalmente pro liberación femenina y está a favor de los derechos de la comunidad homosexual. Todo el tiempo defiende la diversidad y las distintas formas de amor. Sin embargo, a la hora de tener una pareja es muy conservadora y siempre tiene relaciones a largo plazo. Pero, daba la casualidad que su novio se había ido a un congreso a España y no iba a volver sino hasta dos semanas después.

Esa noche nos sentíamos plenamente felices: todos trabajábamos, así que no teníamos problemas para comprar todo el alcohol que quisiéramos y éramos jóvenes, así que disfrutábamos sin restricción del baile y el roce con otros cuerpos.

Pero he allí que mi amiga fue la que más deshinibida estaba. Ella me bailaba y me acariciaba el cabello o de repente se volteaba y ponía mis manos sobre su cintura. Al principio creí que era sólo un baile más, pero mi novio nos veía un poco sorprendido y otro poco celoso.

Así seguimos bailando un rato, dejándonos llevar por la cadencia de las melodías, hasta que una chica se acercó a mi amiga. Para ese momento, yo ya estaba en un punto de no retorno y mis sentidos se encontraban alterados por el alcohol, así que no puedo decir cómo era esa mujer; creo que era alta, pero no sé si era morena o de tez clara, ni siquiera si era guapa.


 

Lo único que sí recuerdo con bastante claridad (o tal vez la borrachera de este entonces me traicione) es que de repente, sin preguntar y sin titubear, la desconocida tomó a mi amiga y ¡comenzó a besarla! Sin más ni más, la chica de cabello rizado sostenía su cabeza con ambas manos y juntaba sus labios con los de mi mejor amiga.

Así duraron un rato: ella ponía su mano en su espalda y mi amiga rodeaba su cuello con el brazo, o luego simplemente comenzaban a bailar al ritmo de la música, se miraban y volvían a engarzarse en un beso apasionado.

 

 

Cuando al fin se separaron, mi amiga salió del bar tambaleándose. Todos nos fuimos tras de ella y le preguntamos si estaba bien y qué era lo que había pasado. Mi amiga solamente dijo:

–¡No puedo creerlo, besé a una chica! La verdad es que se sintió muy bien. Como que era distinto a besar a un chico, porque sus labios eran más suaves y también su forma de acariciarme. ¿Me pregunto si eso es lo que sienten los chavos cuando nos besan?– Después echó a reír y preguntó la hora.

Ya eran las 3 de la mañana. La última canción comenzaba a sonar en todos los bares y eso anunciaba que era el momento de partir. Después de eso, cuando nos volvimos a juntar en una pequeña reunión en mi casa, mi amiga y su novio contaban la anécdota y ambos se echaban a reír, pues sabían que ese incidente no cambiaba lo que sentían por el otro. Ambos eran muy abiertos en su relación y hablaban de todo sin tabúes y sin prejuicios. Tal vez eso los hacía más felices y más maduros.

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