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¿Por qué la gente no para de tomarle fotos a su comida?

Por: Mujer de 10 17 de Septiembre
¿Por qué la gente no para de tomarle fotos a su comida?
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Si conoces a alguien que antes de llevarse la comida a la boca, la lleva a todas sus redes sociales, te comparto la explicación «científica» de este […]

Si conoces a alguien que antes de llevarse la comida a la boca, la lleva a todas sus redes sociales, te comparto la explicación «científica» de este comportamiento taaaaan contemporáneo.

¿Has practicado el foodporn? Espera, no estoy hablando de alguna extraña modalidad sexual que involucre tener sexo mientras comes pizza o helado de rompope. Foodporn es eso que quizá hayas hecho alguna vez cuando vas a un restaurante y te sirven un platillo tan antojable, que prefieres devorarlo con la cámara de tu celular antes que con la boca. Exacto, la curiosa palabrita hace referencia al acto de tomarle fotos a tu comida para después compartir la seductora imagen en tus redes sociales, sobre todo en Instagram.

Esta práctica comenzó a perturbarme cuando me di cuenta que mi amiga Olivia estaba obsesionada con el tema. Cada que salíamos a comer, se pasaba varios minutos buscando el mejor ángulo de su hamburguesa y eso a mí me quitaba el hambre por completo. Más tarde me enteré que en el bajo mundo de los fanáticos de fotografiar sus sagrados alimentos, Oli es toda una food-porn-star. En Instagram tiene como 5,000 seguidores que aman ver sus imágenes de ensaladas, cupcakes, macarrones y tacos de cochinita pibil (pobres diablos…).

Jean-Jullien

Ilustración: Jean Jullien

Neta, ¿por qué le tomamos fotos a la comida?

El fenómeno del foodporn se volvió inquietante para mí, así que decidí entenderlo desde el punto de vista científico antes de decirle a Olivia que nuestras comidas se suspenderían indefinidamente. Acudí al Doctor Raúl Trejo, un reconocido investigador y apasionado de la tecnología, quien tras la pregunta: ¿por qué hay personas que no paran de tomarle fotos a su comida para subirlas a Internet?, respondió:

«Los recursos digitales nos brindan la oportunidad de compartir nuestra experiencia y nos gustan tanto algunas experiencias que suponemos que muchos más las quieren conocer. Ahí hay una mezcla de vanidad, de espíritu competitivo, de engreimiento, pero también de ganas de compartir con sus amigos lo que están viviendo. Es una oportunidad que nos ofrecen las redes y no es de soprender que haya personas que la aprovechen o la tomen en cuenta».

Ok. Entonces Oli le toma fotos a su comida porque quiere compartir el grandioso pozole que se está comiendo con todo aquel que quiera saberlo y además quiere presumir que su vida es menos insípida que la de los demás. Creo que lo entiendo, es como hacer que la experiencia de comerte el pozole sea todavía más cool porque la gente sabe que la estás viviendo y te deja un comentario o un like que te hace sentir especial por ¿comer pozole? Retiro lo dicho, es una tontería…

foodporn

El foodporn antes de los celulares. Ilustración: Jean Jullien

Siendo algo tan vano y común, ¿cómo es posible que haya personas a las que realmente les emocione que un perfecto extraño comparta fotos de sus alimentos en Instagram? Esa fue mi pregunta para el Doctor Gabriel Pérez Salazar, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila. Platicamos por teléfono y pacientemente me explicó que el foodporn no es algo extraño, al contrario, es un simple reflejo de la naturaleza humana.

«Eso de tomarle fotos a la comida tiene que ver con la pertenencia a comunidades. Hay comunidades concretas donde el tema a partir del cual se discute es justamente la comida y cada quien sube la foto de lo que se está comiendo a lo largo de todo el día porque esa es la interacción que me hace pertenecer a una comunidad, eso me hace pertenecer a un grupo. Y el sentimiento de pertenencia al grupo es uno de los sentidos más básicos, profundos y primitivos del ser humano porque durante la evolución es lo que le permitió sobrevivir al hombre».

Perfecto, el foodporn es cool…

Tras charlar con los especialistas, hice la paz con el foodporn y finalmente entendí que no es algo que esté bien o mal, simplemente es una afición que no comparto y por eso no la comprendo; lo mismo que el fanatismo por la Guerra de las Galaxias, el grupo Metallica y el Anime japonés (pobres diablos…).

Si mi amiga Olivia quiere retratar hasta la coca light que se toma, está en su derecho, pero eso sí, no hay poder humano que me haga compartir una mesa de restaurante con ella, mi comida simplemente no soporta a los paparazzi.

 

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