Antes de relatar mi historia, quiero decir que este experimento lo hice exclusivamente con fines didácticos; cuando leí Sin ropa interior: 10 razones para no usarla, decidí […]
Antes de relatar mi historia, quiero decir que este experimento lo hice exclusivamente con fines didácticos; cuando leí Sin ropa interior: 10 razones para no usarla, decidí que sería una buena idea intentarlo al menos una vez en mi vida. Porque, aclaro, todos los días uso calzones: cuando me voy a dormir, uso calzoncitos y, después de bañarme, me pongo unos limpios. Sólo que siempre quise saber qué se sentía y ahora lo sé. Comparto mi historia con ustedes.
Preparación previa:
La investigación para este artículo comenzó con el sábado. Obviamente, no me iba a arriesgar a ir a la oficina sin calzoncillos, así que elegí el fin de semana para no traer ropa interior.
Mi novio y yo nos levantamos como a eso de las 10 de la mañana y nos preparamos para ir al mercado. Yo estaba consciente de que ese día sería el día del experimento, así que me puse un maxi dress de rayas blancas con azul que me gusta mucho, pero que por más que lo intento, no puedo disimular la marca de la ropa interior.
Entonces, cuando ya estábamos a punto de irnos, regresé al cuarto y me quité mis calzoncitos. ¡Al fin! Ya estaba liberada del yugo calzonil y la molesta marca había desaparecido: ahora el vestido se me veía mejor que antes.
Estaba un poco nerviosa, ¡era la primera vez que andaba en la calle sin calzones! y esto era lo que pasaba por mi mente: “¿Y si la gente lo nota?, ¿qué tal si se me transparenta el vestido y se me ve T O D O?; seguro mi novio se dio cuenta y ahora él también se va a morir de vergüenza; ¿y ahora?, ¡Ya no me puedo regresar!, etc.
Pero hasta ese momento, mi novio no había mencionado nada al respecto. Y, en cuanto a la demás gente, nadie me miró de manera sospechosa mientras caminaba. Eso me relajó muchísimo, pero seguía a la defensiva.
¡Ahora sí! –pensé– “Seguro los vendedores harían muecas extrañas al verme y la señora que va con su hijo, se alejaría asustada y me reprobaría con la mirada. ¡Seguro!”
Pero ya estábamos a punto de terminar las compras y nadie, absolutamente nadie, estaba enterado que no llevaba ropa interior.
Que, por cierto, la sensación de frescura era superior. En verdad, me sentía completamente cómoda sin calzones. Caminaba y ninguna tela de algodón se entrometía en mis asuntos, ni tampoco sentía calor ni incomodidad.
Al ver que a todo mundo le importaba muy poco que yo no trajera pantis, comencé a relajarme. Me dediqué a hablar con mi amorcito sobre cosas ligeras, mientras yo me sentía más liviana, sin ataduras.
Cuando llegamos a la casa, guardamos las cosas y, como habíamos comprado unas plantitas, salimos al patio a hacer labores de jardinería. Cuando me agaché en cuclillas, mi novio se dio cuenta que no traía ropa interior y me lanzó una mirada de sorpresa combinada con otra de coquetería.
La verdad es que estaba tan a gusto, que se me había olvidado por completo que no llevaba calzoncillos, así que cuando él se dio cuenta, yo recordé el experimento. Lo que pasó después no lo puedo contar, pero sí puedo decir que no llevar ropa interior es una excelente idea cuando estás con tu pareja (guiño, guiño).
El hecho de no usar ropa interior todo un día, me hizo darme de ciertas cosas y extraer algunas conclusiones: