Clásico, de todas la mujeres de tu familia, eres la única que aún no “encarga a la cigüeña”. No es que esté bien o mal, pero sí […]
Clásico, de todas la mujeres de tu familia, eres la única que aún no “encarga a la cigüeña”. No es que esté bien o mal, pero sí es una diferencia que parece abismal; después de los 27 años, es cada vez más normal encontrar a amigas y familiares que deciden dar este gran paso en su vida.
Pero ¿qué pasa cuando eres la rebelde que prefiere ver a los niños de lejos y comprar plantas y tener perros, antes que tener un hijo propio? Aquí te dejo los principales issues:
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Las fiestas familiares se convierten en guarderías
Todo el mundo está atento a ver qué hacen los chamaquitos, qué dicen, cómo juegan, qué comieron, si se pelean, si no se pelean.
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Todos te recuerdan que “ya estás en edad”
Cada que te ven en las reuniones te dicen que entre más tiempo pase, más difícil será embarazarte y tú por dentro piensas: “gracias por decirme que cada día soy más vieja)
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Te dicen que una mujer no se puede realizar hasta que no sea madre. (¡Qué horror!)
Esto es lo peor de todo.
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Tus hermanas sólo hablan de sus hijos
Todo el tiempo comentan de su varicela, de su primer diente, de los meses de nacido, del color de su popó y de sus tips para que no se rocen. Mientras, tú piensas en lo parecido que es esto a tener una mascota, con la única diferencia que la mascota no va a la universidad.
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Las noches de fiesta con tus hermanas se acabaron.
Antes solían recorrer la ciudad, ir a antros juntas pero ahora la noche es para descansar y prepararse para cuidar al infante.
Ahora tienes que gastar en los regalos de cumpleaños de tus hermanas, en el día de las madres, en navidad, en día de reyes y los cumpleaños de tus sobrinos y, no menos importante, el día del niño.
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Tu situación libre de compromisos te hace perfecta para los compromisos
Eres la candidata número uno para ser la madrina de los nuevos integrantes de la familia (secretamente te encanta).
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Te conviertes en la niñera preferida
Porque no cobra y siempre está disponible (a veces tienes que inventarte unos cuantos pretextillos).
10. Amas a tus sobrinos profundamente
Lo bueno de ser la única sin hijos es que siempre serás la tía buena onda que ame a sus sobrinos, sea la confidente cuando crezcan, los consienta más que sus mamás y estés allí para apoyar a tus hermanas.