Spaik: Adicción por México

Por Daniela Flores, coeditora de la revista Fernanda.

Fotos: Cortesía de Spaik

Mi nombre es Israel Guerra, pero firmo como Spaik. Viajo por el mundo vendiendo lo que más me gusta hacer: dibujar. Pinto muros, puentes, edificios… Pinto el mundo y la gente se pregunta cómo puedo ser capaz de darle armonía a cientos de colores sin que se vean mal. Acabo de ser parte por segunda vez del Festival Internacional Proactivo de Arte Bloop, en Ibiza, uno de los más importantes del mundo en la escena urbana.

Me importa intentar una identidad propia para el grafiti mexicano. Retomo el nacionalismo, pero desde lo universal. Trato de reflejar esa esencia de alegría y esperanza que tenemos a pesar de que las cosas estén tan mal. Siempre tenemos un momento para sonreír y seguir adelante. Quiero que, inconscientemente, las gente vea la obra y diga: Eso es México.

La prensa europea me llama precursor del neomuralismo mexicano. Yo le dejo esas etiquetas a los demás. Me tratan como súper estrella. Yo le dejo esas etiquetas a los demás.  ¡Yo todavía no me lo creo!

Nací en un pueblo de Tlaxcala, llamado Xacaltelco (donde la policía me detenía por pintar bardas). Creo en la frase de Confucio que dice que para triunfar necesitas esfuerzo, trabajo, estudio y constancia.

Empecé a dibujar a los 14 y me hice adicto a pintar, pintar y pintar. Era como esos futbolistas que todos los días estaban en el campo. Me dormía pensando qué cosa crear al otro día y me levantaba haciéndolo. Frustrado a los 24, cuando trabajaba de bartender, pensaba: «No sé cómo, pero yo voy a vivir de pintar, lo tengo que lograr». Y lo logré. Me costó años, pero aprendí a vender lo que hago. Todos quieren crear, pero no saben cómo venderse: la clave está en creer en ti mismo; si lo haces, nadie te puede parar.

Las obras de Spaik alrededor del mundo