Este artículo explora su trayectoria, destacando marcas como Puma y Georgie Boy, así como otros referentes que han marcado tendencias.
El calzado ha sido un elemento esencial en la historia humana, transformándose desde herramientas de protección hasta íconos de moda y tecnología. En México, su evolución refleja no solo avances globales, sino también adaptaciones culturales y preferencias locales. Este artículo explora su trayectoria, destacando marcas como Puma y Georgie Boy, así como otros referentes que han marcado tendencias.
Los primeros zapatos surgieron hace aproximadamente 40,000 años durante el Paleolítico Medio, fabricados con pieles animales y fibras vegetales. En el Paleolítico Superior, su uso se generalizó, adoptando formas similares a sandalias o mocasines. Con el tiempo, el calzado se vinculó a estatus social, en la Edad Media, los nobles europeos usaban zapatos intrincados, mientras los artesanos empleaban diseños funcionales.
La Revolución Industrial (siglo XIX) revolucionó la producción con maquinaria y materiales como el caucho vulcanizado, permitiendo masificar el calzado y especializarlo para actividades laborales o deportivas. Hasta 1850, los zapatos se hacían rectos, sin diferenciar entre pies izquierdo y derecho, hasta que mejoras en la ergonomía priorizaron la comodidad.
El siglo XX consolidó el calzado como símbolo de estilo y funcionalidad.
Los tacones altos y zapatos de punta cerrada dominaron en la moda femenina, mientras los hombres optaban por modelos como el Oxford. Durante la Segunda Guerra Mundial, el calzado se volvió más robusto y práctico, con materiales como el cuero grueso y suelas de goma. La posguerra trajo innovaciones como las plataformas de corcho, popularizadas por diseñadores como Salvatore Ferragamo, y los primeros modelos de zapatillas deportivas.
La moda urbana emergió con el mod británico, que adoptó botas Chelsea y zapatos de punta redonda. Puma lanzó el Suede (1968), un ícono de la cultura callejera y el baloncesto, usado por figuras como Walt Frazier. Nike (fundada en 1964) revolucionó el mercado con el Air Jordan (1984), aunque en México, marcas como Georgie Boy ya ofrecían opciones accesibles para deportes populares como el fútbol. Reebok popularizó zapatillas para correr, como la Freestyle (1982), diseñada para mujeres, y el Classic Leather (1983), que fusionó estilo y rendimiento.
La tecnología espacial influyó en suelas traccionables, y marcas como Adidas integraron materiales sintéticos. Puma lanzó el Cell (1996), una suela con celdas de aire que mejoró la amortiguación. La moda urbana se consolidó con zapatillas como el Adidas Superstar o el Puma Suede, usados tanto para deporte como para moda callejera.
Fundada en 1948 por Rudolf Dassler, Puma destacó por innovaciones como el modelo ATOM (1952), que ayudó a Heinz Fütterer a batir récords. En los 60, su asociación con atletas como Tommie Smith y Usain Bolt consolidó su prestigio en el deporte. En los 80, incursionó en la moda urbana con diseños como el Suede, adoptado por subculturas. Hoy, modelos como el RS Fast combinan estilo y tecnología React.
Marcas locales como Georgie Boy reflejan adaptaciones a preferencias mexicanas, como diseños versátiles para climas cálidos o estilos urbanos. En los 90, ofrecían zapatillas económicas con diseños inspirados en tendencias globales, pero con materiales como cuero sintético o suelas de goma resistente.
La ergonomía y la tecnología definen el calzado moderno.
Marcas como Puma y Adidas usan materiales como espuma React o LQDCell para amortiguación y soporte. Por ejemplo, el Puma RS-X (2018) combina diseños retro con tecnología moderna.
Modelos como el Puma Suede o el Adidas Superstar siguen siendo referentes, fusionando funcionalidad y estética. En México, su uso se extiende desde el deporte hasta la moda casual, con estilos como el streetwear.
En 2008, Puma lanzó su colección Vision, con materiales reciclados, marcando un hito en responsabilidad ambiental. Hoy, marcas como Adidas usan plástico reciclado del océano en líneas como Parley.
En México, el calzado refleja influencias globales y locales.
Los huaraches, originarios de la cultura purépecha, persisten con materiales modernos como cuero sintético o suelas de goma. Marcas como San Antonio o Huarache Express los reinventan con diseños minimalistas o colores vibrantes.
Puma y Adidas tienen presencia masiva, con tiendas en ciudades como Ciudad de México o Guadalajara. Georgie Boy y otras marcas locales ofrecen opciones accesibles y estilosas, como zapatillas inspiradas en tendencias globales pero adaptadas a climas cálidos.
El estilo casual domina, con zapatillas como el Puma RS Fast o el Adidas Ultraboost, usados tanto para deporte como para moda urbana. En redes sociales, influencers mexicanos promueven marcas como Vans o Converse, fusionando tradición y modernidad.
Las plataformas digitales han transformado la industria.
El mercado del calzado en México muestra un crecimiento sostenido, con una tasa de crecimiento anual (CAGR) del 3.40% entre 2024 y 2032. En 2022, las ventas superaron los 5.5 millones de USD, consolidándolo como el noveno productor mundial. Sin embargo, enfrenta retos como la competencia de plataformas de e-commerce como TEMU y SHEIN, que ofrecen productos a precios bajos, reduciendo márgenes de utilidad para fabricantes locales.
La importación de calzado barato desde China y plataformas como SHEIN presionan a los fabricantes mexicanos, obligándolos a reducir costos y personal. Sin embargo, la exportación creció un 60% en el primer semestre de 2024, demostrando potencial en mercados internacionales.
La adopción de inteligencia artificial permite optimizar la producción, personalizar diseños y mejorar la cadena de suministro, clave para competir en un mercado globalizado.
La demanda de calzado ecológico y la colaboración con artesanos locales para preservar diseños tradicionales (ej. huaraches) son oportunidades para diferenciarse.
La evolución del calzado es un viaje desde la protección básica hasta la fusión de estilo, tecnología y sostenibilidad. Marcas como Puma, Reebok y Georgie Boy ilustran cómo el calzado ha trascendido su función práctica para convertirse en un elemento cultural.
En México, este sector enfrenta desafíos como la competencia global, pero también cuenta con ventajas, una población joven, una base industrial sólida y una creciente conciencia ambiental.
La clave para su futuro radica en innovar, adoptar tecnologías disruptivas y reforzar su identidad cultural, asegurando que el calzado siga siendo un reflejo de identidad y adaptación.