Te pasamos otra actitud mata amor, señalada en el libro «Por qué no te has casado aún» de Tracy McMillan. ¿Será por eso que no tienes galán? […]
Te pasamos otra actitud mata amor, señalada en el libro «Por qué no te has casado aún» de Tracy McMillan. ¿Será por eso que no tienes galán?
1. Eres egoísta
Esta palabra es horrible, sobre todo si se refiere a nosotras; pero darnos cuenta de que encajamos en esta descripción no es fácil, casi siempre nos lo tienen que señalar. En términos simples, ser egocéntrica, narcisista o egoísta es ver la vida a través de nuestras propias necesidades sin pensar en las de los demás, incluidos los hombres que podrían convertirse en nuestros novios.
Somos egoístas en el amor cuando esperamos que nuestras parejas resuelvan nuestros problemas o nos salven de situaciones en las que nosotras mismas nos metimos o queremos que nos consientan, que nos complazcan y que las cosas se hagan a nuestra manera en todo momento.
La verdad es que: El egoísmo refleja que no respetamos a la gente.
¿Cómo comenzar a pensar en el otro?
Aceptando que todos valemos lo mismo. El fondo del egoísmo es el sentimiento de superioridad, el creer que nuestra vida y nuestras emociones importan más que las de los hombres con los que nos relacionamos y que por eso deben hacer todo para agradarnos. Y aunque está bien que nos “cortejen” y sean caballerosos, seamos objetivas; ningún varón tiene que hacer por nosotras algo distinto a lo nosotras haríamos por él. No existe una razón lógica para pensarlo.
Dejando de ser una niña. Alguna vez te has negado a ver una película de un género que no te gusta o a ir a un restaurante de cierto tipo de comida sólo porque no es tu favorito? ¿Sí? Entonces eres una niña. Una mujer atractiva para los hombres es ante todo una adulta, sabe negociar y a veces -no siempre- puede ver un partido de futbol.
Poniendo atención a las necesidades de los demás. Este es un buen ejercicio para la vida diaria y se titula: “ser la mejor persona”, pero no en un sentido soberbio o egocéntrico, sino en términos de actuar con mayor consideración. Ser la mejor persona es ceder en ocasiones, anteponer el deseo del otro -quien quiera que sea, no sólo el hombre que te gusta-, antes del tuyo. No hay que hacerlo a diario, sólo la mitad de las veces, como en el tráfico: deja pasar al otro automóvil una vez sí y otra vez no; o en las citas; hoy vamos a donde tú quieres, la siguiente a donde yo…
La primera parte de esta nota está buenísima, no te la pierdas…
Para leer
Tracy McMillan. Por qué no te has casado aún. Grijalbo.
Con información de: Revista Fernanda, escrito por Guadalupe Flores
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