¿Te animas a un rapidín con tu pareja? Descubre cómo sacarle el máximo provecho a esos momentos de pasión espontánea
¿Te ha pasado que te dan ganas de un rapidín, pero no te animas? A veces, el deseo llega sin avisar y el tiempo no está de nuestro lado. Pero eso no significa que no puedas tener una experiencia íntima, rápida y súper placentera.
Lo bueno y lo malo del sexo casual
Un rapidín bien hecho puede ser como comerte un chocolate a media tarde: inesperado, intenso y completamente revitalizante. Ya sea para cerrar el día con energía o para encender la chispa en medio de la rutina, te compartimos 5 tips clave para que ese encuentro exprés sea emocionante, divertido y termine en un final feliz para ambos.
Si decides tener un rapidín, es importante que estés abierta a la espontaneidad del momento. Al ser una experiencia rápida, puede que no todo salga perfecto… ¡y está bien! Lo ideal es estar dispuesta a adaptarte a lo que surja: una postura improvisada, un lugar poco convencional o una dosis extra de adrenalina.
Y sí, un poco de planeación también cuenta. Si sabes qué podría pasar, la protección nunca debe faltar, incluso en los encuentros más rápidos.
Algunos de los lugares más comunes para un rapidín son el coche, el cine, el baño de un antro, una fiesta o incluso la playa. Todo depende del momento… y de la adrenalina del lugar.
Antes de lanzarte a la aventura, habla con tu pareja sobre qué tanto le laten los rapidines. La comunicación siempre es clave, incluso en los momentos más espontáneos.
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No esperes a estar en el lugar del rapidín para encender la chispa. Puedes empezar a provocarlo con frases sugerentes durante el día, como decirle que no llevas ropa interior o que no puedes dejar de pensar en él.
También puedes usar el contacto físico sutil: besos en el cuello, caricias discretas o un roce intencional por encima de la ropa. A veces, la anticipación es la parte más excitante del juego.
La adrenalina del momento, combinada con el deseo, hará gran parte del trabajo. Aprovecha la intensidad de los besos y la rapidez de las caricias para dejarte llevar y disfrutar al máximo. Ese ritmo acelerado puede ser justo lo que necesitas para llegar al clímax.
Si no logras llegar al clímax o si alguien los interrumpe, no pasa nada. Lo mejor de los rapidines es que pueden ser solo el comienzo de una noche llena de pasión.
Piensa en esta experiencia como un entremés, no como el plato fuerte. Disfruta el momento, ríete si algo sale diferente a lo planeado y, si se puede… ¡inténtenlo otra vez!