Muchos hombres se comunican más con sus acciones que con palabras; pero esto no significa que no le asignen por lo menos algunas palabras al conflicto y […]
Muchos hombres se comunican más con sus acciones que con palabras; pero esto no significa que no le asignen por lo menos algunas palabras al conflicto y le den un nombre. quizá porque su tendencia a buscar soluciones es muy marcada, funcionan mejor cuando otorgan un nombre al problema, sin importar que sea una bujía que falla o un patrón en una relación que no funciona del todo. Los hombres quieren saber qué tratan de arreglar.
En lo que se refiere a asignar etiquetas a los problemas, más vale ser específicas. Éstas son algunas maneras, pero observa que ninguna de ellas implica crítica o asignación de culpa; son solamente descripciones de un patrón, no de la gente involucrada.
A los hombres les resulta útil, de muchas maneras, asignar etiquetas claras y específicas a patrones problemáticos, incluso si no son perfectas. En primer lugar, usar algunas palabras para describir un problema, crea cierta distancia. Cuando una persona es capaz de decir: «Oye, estamos cayendo en lo mismo», de pronto ambos notan el comportamiento y se partan de él. Podría decirse que el patrón pierde fuerza sobre las personas.
En segundo lugar, ponerle nombre al problema nos da algo con qué trabajar, un punto de enfoque para ese estilo introspectivo y mecánico de resolución de problemas.
En tercer lugar, cuando una pareja llega a un acuerdo respecto al título y la naturaleza del conflicto que enfrenta, de pronto ambos tienen un objetivo común, aunque sea de manera muy sutil al principio. a los hombres les gusta hacer equipo con otras personas para intentar cosas constructivas, así que si su pareja está de su lado y enfocada en la misma meta, les es más fácil abrirse y trabajar en pos de una solución.
Asignarle un nombre a un patrón problemático parece un paso pequeño, pero es fundamental en cualquier relación
¡Inténtalo!
Con información de: ¿Cómo piensan los hombres?, Shawn T. Smith