¿Qué tan madura eres en tus relaciones sentimentales?

¿Para qué madurar? ¿Qué ventajas se adquieren con ello? ¿De qué se trata la madurez? Éstos y otros cuestionamientos te ayudarán a descubrir, sobre todo en asuntos de amores, si es verdad que «el tiempo todo lo cura si la persona madura». 

La madurez se manifiesta en formas concretas y visibles a la hora de afrontar y acometer la vida. Algunas de estas manifestaciones se dejan ver: 

1. Al mostrarte reflexiva en tus decisiones, actuar con detenimiento e inteligencia en vez de reaccionar con arrebato e impulsividad. Sin duda el uso de la inteligencia y la toma de conciencia son muestra de madurez.

2. Cuando tienes la capacidad de ser autocrítica, reconociendo tanto las propias fortalezas como las limitaciones personales, sumando al autoconocimiento adquirido, asumes una justa valoración de ti.

3. Si generas relaciones constructivas con quieres te rodean. Esto no significa que nunca tengas diferencias con los demás y que todo marche perfecto en tus intercambios sociales, pero sí implica la capacidad de escuchar, respetar y negociar con los demás, así como sostener en el tiempo relaciones amistosas, familiares, incluso amorosas, con un grado suficiente de acuerdos, encuentros y por tanto de satisfacción.

4. Al aprender a tolerar la frustración y posponer el placer y la gratificación, pues esto es una clara manifestación de madurez. ¡Cuántas adultas inmaduras se emberrinchan por no tener lo que quiere cuando lo quieren! Como si el mundo debiera girar en torno a sus deseos y a sus necesidades.

5. Finalmente, al caminar hacia la madurez y con ello adquirir la fortaleza para aceptar el sufrimiento inevitable de la vida, al afrontarlo con dignidad y aplomo, asó como al aprender de él.

Tras leer estos cinco puntos notarás que no se puede madurar sin activar la conciencia, y para que esto suceda primero se necesita querer echarla a andar, querer ver, querer entender, querer cuestionar, y después de haber decidido hacerlo, ejercitarse en el crecimiento de la conciencia, ya que el conocimiento y el autodescubrimiento no surgen de manera automática.

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