Los celos son una experiencia de sufrimiento, un disgusto emocional frente a la pérdida de quien amas o bien ante la simple idea que lo llegues a […]
Los celos son una experiencia de sufrimiento, un disgusto emocional frente a la pérdida de quien amas o bien ante la simple idea que lo llegues a perder. En la vida del celoso se mezcla el deseo de posesión, la sensación de ser excluido, la necesidad de competir por el amado. Sentimientos como envidia, la humillación y el miedo inundan su mente y todo su ser.
Quizá la palabra «celos» sea plural debido a que la experiencia celosa incluye todo este cúmulo de emociones, las cuales irrumpen al mismo tiempo y con un alto grado de intensidad.
El celoso, ante el displacer y malestar que le genera dicha experiencia, pretende negar que el otro es «un otro», poseedor de una existencia individual y autónoma. De ahí surge su necesidad de posesión. ¿Cómo detectar que alguien que se acerca a ti en busca de paralizar tus deseos y sostenerte de manera permanente junto a él? Una pauta para descubrir la estrategia del celoso implica reconocer el sentimiento de hacerte sentir irresponsable e incompetente por medio de su constante vigilancia, suspicacia y control.
Hay personas que por su propia estructura de carácter se encuentran predispuestas a comportarse de manera celosa. 7 rasgos que las caracterizan son:
- «Todo lo saben» y tienen siempre una respuesta «correcta». Corrigen de manera permanente los «errores» de los demás.
- Tienen una actitud moralista y juzgan a rajatabla el bien y el mal.
- Poseen una personalidad suspicaz que los mantiene en alerta constante, sin perder los menores detalles de la conducta del otro.
- Tienden a ser muy exigentes.
- A veces, por su alta religiosidad o por adherirse a valores supremos e inalcanzables, sus demandas están «fuera de este mundo». ¡Son casi angelicales!
- Son en extremo responsables y «coherentes», pues integran con gran dificultad las contradicciones propias de la vida.
- Ni hablar de aquellos con tendencia a una personalidad ansiosa, pues su tolerancia al riesgo y a la incertidumbre es prácticamente nula.
Si reunimos estos rasgos en una sola persona, tendremos la receta perfecta para un explosivo «coctel» de celos.
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