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Pregúntense: «¿A los hombres también les pasa eso?»

Por: Mujer de 10 30 de Enero
Pregúntense: «¿A los hombres también les pasa eso?»
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Miedo. Miedo de hablar y ser juzgadas. Miedo a que la justicia no se haga presente. Miedo a defendernos. Miedo a descruzar los brazos. Miedo, miedo, miedo. ¿Hasta cuándo? […]

Miedo.
Miedo de hablar y ser juzgadas. Miedo a que la justicia no se haga presente. Miedo a defendernos. Miedo a descruzar los brazos. Miedo, miedo, miedo. ¿Hasta cuándo?

El abuso y/o acoso es un tema que al parecer no tiene fin y la verdad, qué más quisiera que esto ya terminara; para todas las mujeres esta situación se está volviendo un tormento. No quiero decir que los hombres no vivan algo similar, pero es real que para nosotras es el pan de cada día.

 Me llena de tristeza saber que para muchas personas, hombres y mujeres, esto es indiferente y a veces exagerado. Dicen por ahí que fingimos ser víctimas, mentimos, dramatizamos y que además, es nuestra culpa. Y bueno, sin olvidar que muchos juzgan diciendo: si no hubo acto sexual, no cuenta o no vale.  ¿Es en serio? ¿De verdad es nuestra culpa? Y sí, me atrevo a mencionar que para algunas mujeres también es indiferente, lo cual me indigna el doble.

¿Cómo es posible que hasta en nuestro círculo femenino existan prejuicios? ¿Hasta dónde somos capaces de llegar? ¿Hasta cuándo vamos a dejar de juzgarnos y apuñalarnos entre nosotras? Se trata de ser cómplices y no enemigas.

Siempre he pensado que cuando una mujer toma fuerza para hablar sobre su situación, merece respeto y admiración. ¿Sabes por qué? Porque no es fácil vivir con esa imagen en tu mente todos los días, con temor de que puedan hacerte lo mismo de nuevo o sólo por no saber cómo reaccionar. Cada que salgo de mi casa lo hago con miedo, sobresalto por algún ruido o hecho inesperado e incluso desconfío de cualquier persona: a veces hasta los llego a juzgar por su apariencia. Camino muy rápido por las calles y volteo a todos a lados; el delirio de persecución es algo que no me deja respirar en paz. ¿De verdad es necesario llegar a tanto?

Necesito un país donde pueda ir a la escuela, al trabajo o de fiesta segura de mí misma. Con la confianza de que podré regresar a casa sana y salva para abrazar a mi familia y decirles una vez más cuánto los amo. 

¿Cuándo nos quitaremos la venda de los ojos y olvidaremos todos los prejuicios? No importa de quién se trate; incluso si hablamos de alguna celebridad, el hecho de que sea «famosa» no tiene nada que ver con ser «persona». Lo sentimos y nos duele. Si eres hombre y estás leyendo esto, no voy a preguntarte ¿qué pasaría si se tratara de tu mamá, tu hermana, tu hija o tu novia? solo pido que te pongas un momento en nuestro lugar. Y con esto, no quiero decir que tú no lo vivas.

Sé perfectamente que el hecho de ser hombre no significa que en automático te conviertas en un depredador; sé que también eres víctima, que sufres en la calle, en la escuela y hasta en el trabajo. Sé que así como nosotras, aguantas el acoso por parte de hombres y mujeres. Y aunque los casos sean mínimos, sucede, te resignas y tratas de volver a comenzar. Merecemos el mismo respeto; tenemos derecho a caminar tranquilos por la vía.

 ¿A los hombres también les pasa eso? fue tendencia en Twitter a mediados de febrero, misma que hasta la fecha sigue vigente. Se trata de una serie de tuits donde cientos de mujeres comparten su testimonio sobre el acoso e intimidación que viven diariamente, con la intención de crear conciencia en toda la población. Debo confesar que el alma se me partió en dos al leer cada uno de los casos, y sí, me sentí identificada con varios.

Yo también he sufrido acoso. Desde aquel que te ve pasar y no te quita la mirada; primero hacia tus senos, después hacia tus pompas y con suerte, te mira a los ojos. O el que se acomoda el pene mientras te dice mil morbosidades.

Sí, eso también es considerado acoso. ¡Es irritable! Afortunadamente nunca me han manoseado, acorralado o se han masturbado frente a mí, pero sí le ha pasado a mis amigas. Por ejemplo, una de ellas no puede ir al gym vestida adecuadamente porque, además de gritarle mil y un barbaridades, la siguen hasta el establecimiento y a veces esperan a que salga. Otra vive en un dilema cada que viaja en transporte público ya que es hostigada por hombres y mujeres. Sin dejar a un lado que, dos de mis amigas hacen trayectos largos para dirigirse a la universidad en metro y en el mismo, han sido manoseadas, se las han comido con la mirada y se han masturbado frente a ellas. Y nadie hace nada. Hace poco leí un frase que decía «el clima está como para usar falda, el país no», me llena de impotencia.

¡Quiero ser libre!

Quiero que las decisiones que tome sobre mi outfit del día no tengan que ver con a dónde iré, con quién, en transporte o en coche. Quiero salir sin necesidad de llevar un objeto (tal vez punzocortante) en la bolsa o en la mochila para defenderme. Quiero seguir vistiendo con la ropa que me gusta y no optar siempre por la holgada. Quiero que todos me vean a los ojos y no a mis partes íntimas. ¡Quiero que todos seamos libres! Quiero igualdad y quiero justicia. Necesito un México donde podamos vernos siempre a los ojos, donde las relaciones sean de paz y que el respetarnos sea nuestra más grande cualidad.

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