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REFLEXIÓN/ México: ¿A dónde vamos a parar?

Por: Mujer de 10 30 de Enero
REFLEXIÓN/ México: ¿A dónde vamos a parar?
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Hay que decir lo que está pasando en México. En una vorágine de ultraviolencia, desigualdad y apatía, ¿qué nos queda como país para no caer (todavía) más bajo?

Por María del Carmen Varela

En un país donde se estima que hay 64 millones de personas viviendo en pobreza, y donde sólo el 10% de los poco más de 120 millones totales concentran la mitad del ingreso, ¿puede criticarse la apatía de la gente, su pasividad o aparente desdén por la política?

Hay quienes piensan que sí; hay quienes mantienen sus dudas, pero sobre todo quienes coinciden en que es la brutal desigualdad la que nos ha llevado, como sociedad y país, al tren donde ahora nos encontramos, al borde del descarrilamiento.

Juan Villoro apuntaba recientemente que eran varios los factores que perfilaban el actual momento por el que atraviesa la sociedad mexicana.

Por un lado, decía, la desigualdad endémica que ha propiciado una espiral de violencia desenfrenada y, por el otro, una especie de apatía o desdén de la política, que sólo se entiende si se considera que la crisis es no sólo de realidad sino de expectativas, en un país donde la democracia se convirtió en un negocio y el conflicto social no está para ser resuelto sino explotado a favor de unos cuantos.

«No sé si necesitamos pactos, sino que la gente se diera cuenta cuánto le beneficiaría tener una vida pacífica»

 Sara Sefchovich

Creo que, como apunta la socióloga e historiadora mexicana Sara Sefchovich, el problema está en ambas canchas, porque ni el gobierno y sus instituciones, ni los ciudadanos, estamos haciendo bien la tarea.

Y no es que quiera ser pesimista pero, ante un país en el que nos preocupa más que sacrifiquen a un perro que mató a una niña, que la propia muerte de la menor; en el que se glorifica a un narcotraficante cuya actividad beneficia a algunos, pero siembra muerte en una parte de la ciudad, habría que preguntarse: ¿de qué estamos hechos y de qué lado estamos?

Si bien no creo que podamos generalizar y decir que todos somos responsables, sí somos quienes debemos poner un alto y apostar por un cambio que nos saque de esta especie de remolino que tira cada vez más bajo en la escala de humanidad.

Rabia, miedo y desesperanza privan ante la voracidad de unos, deshumanización de otros y pérdida de valores generalizada, que se asoman en la escalada de violencia, corrupción, e impunidad que parecen haberse apoderado hasta del aire que respiramos.

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Collage: Liliana Sánchez

Para el historiador mexicano Lorenzo Meyer, ante esta situación no se puede hablar de una sociedad adormecida sino temerosa, porque aquel que se juega la seguridad y la vida cada mañana al salir a su trabajo, sabe bien dónde está parado.

Cada vez hay más gente que lo sabe, por ejemplo, las más de 60 organizaciones reunidas en la Asociación Ciudadana Frente a la Pobreza que hace poco puso el dedo en la llaga y pugnó «por construir un nuevo proyecto de nación, que cierre las brechas de la pobreza y la desigualdad, con el fin de llevar a la unidad a los mexicanos, con un sistema de igualdad de oportunidades, sin privilegios ni corrupción».

Como si fuera tan fácil, coinciden Meyer y Sefchovich, quienes, aunque se dicen pesimistas del entorno actual, advierten que la única oportunidad real que tenemos como mexicanos es no morir en el intento, sino hacerlo luchando por una sociedad con más justicia.

¿Estado fallido?

El periodista y escritor mexicano Martín Moreno habla de un estado fallido, resultado de desigualdades muy profundas pero, sobre todo, de la impunidad que actúa como «un manto protector», extendido por los partidos políticos y en general por todos los poderes fácticos. Esto ha dejado a la sociedad a la deriva, sin recursos legales ni funcionarios confiables y autónomos para castigar la corrupción, lo cual no pasa en países como Brasil, donde hicieron renunciar a una presidenta e investigan a un prestigiado estadista como lo fue Lula da Silva.

«Empujemos porque en 2018 haya votación abundante y de castigo a los malos gobiernos, […] votar es un primer dato real y de impacto inmediato»

 Martín Moreno

Ante esa sensación de indefensión, Moreno dice: «No puedes obligar a la gente a que salga a las calles», y coincide con Sefchovich y Meyer en que no hay condiciones para una revolución armada; sin embargo, las desavenencias son tan graves que no hay vuelta atrás en este matrimonio en el que no bastará con hacer pactos.

Para Sefchovich, quien es un poco más negativa al respecto, la sociedad no está ni cerca de producir el cambio. Por eso hay que seguir empujando e ir paso a paso hasta que la ciudadanía verdaderamente se harte y se sume, pues si bien la acción individual es importante, es insuficiente en un país de 123 millones de personas.

Martín Moreno, en cambio, considera que una de las vías para rescatar a México podría ser crear instancias autónomas que garanticen un alto a la impunidad y luego a la corrupción.

Una elección, dice Moreno, podría ser un buen parámetro, porque hoy, más allá de quién encabeza las encuestas, hay un rechazo abierto y abrumador al gobierno federal; «no nos manifestamos en las calles como en España y Egipto, pero sí en las urnas, y eso me mueve a la esperanza porque ya lo hicimos en el 2000», apunta.

En esa coyuntura, recuerda Meyer, la oportunidad se desaprovechó miserablemente pero no por culpa de la sociedad, sino del grupo en el poder que rápidamente se sintió muy cómodo y comenzó a pactar para mantener el estado de cosas a su favor y no por un verdadero cambio. Habría que volverlo a intentar, porque es la única esperanza real que se vislumbra, apunta el historiador, y la que más impacto inmediato tendría, sentencia el periodista.

Tras el ímpetu del salmón

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Collage: Liliana Sánchez

¿A dónde vamos como sociedad? Nadie lo sabe. Meyer recuerda que hay sociedades que simplemente dejan que las cosas pasen y acaban por desaparecer. Pero ése no sería el caso de México, en donde es más que necesario dejar atrás el conformismo, el egoísmo y la falta de solidaridad con nuestro entorno. Hay que sacudirse el miedo y aprovechar los restos de institucionalidad que quedan para sacar adelante un proyecto de nación más justa y pacífica.

«El cambio no va a pasar sólo por las urnas, ya están alteradas, corrompidas. Como sociedad, nos toca no ser conformistas ni mediocres»

 Lorenzo Meyer

Debemos enfocar toda nuestra energía, no en la lucha contra lo viejo sino en la construcción de lo nuevo. Apelar al espíritu del salmón y, pese al negro panorama, ir a contracorriente, despertar como sociedad, unir esfuerzos para presionar al gobierno y garantizar igualdad de oportunidades, movilidad social e instituciones que cumplan con la misión para las que han sido creadas.

Y, desde casa, formar ciudadanos con valores, respetuosos de la dignidad humana, la diversidad y el esfuerzo del otro. ¡Se vale soñar!, ¿no?

María del Carmen Varela es periodista y editora de la sección de Cultura de Notimex.

Fuente: Entrevistas con Sara Sefchovich, socióloga, historiadora y autora de ¡Atrévete!, Editorial DeBolsillo || Martín Moreno, periodista y autor de El derrumbe, el retrato de un México fallido, Editorial Aguilar || Lorenzo Meyer, historiador y autor de Distopía Mexicana, Editorial Debate

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